Acerca de lo que hago “…Considero el hecho de pintar como un proceso muy íntimo y sagrado. Como un gran momento de soledad, donde el hombre se sume en si mismo para reencontrarse. En mi caso, vuelvo sobre mis propios pasos para reencontrarme con mi niñez y con todos los recuerdos que alimentaron el porvenir. Recuerdos que todo hombre guarda, con cierto grado mágico, dentro de si mismo. Son elementos cotidianos cargados de alegrías, tristezas y cargados de fe. En realidad, lo que pinto no son otras cosas si no lo que guardo de mi niñez: lo que vi, lo que escuché, lo que soñé, lo que imaginé, lo que viví y muchas otras cosas fantásticas y extrañas que contaba mi abuela Juana del Carmen. Pinto eso que no todos los niños viven por situaciones geográficas. Y es que, luego que nos hacemos grandes, seguimos fantaseando pero con los temores de la adultez; temores de ser descubiertos que actuamos como niños. Con todo esto, no entiendo los temores. ¿Es que acaso hay otra forma mejor de vivir y enfrentar la vida sin emplear la fantasía? Es por eso entonces que me gusta llamar a lo que hago, “paisajes del alma”. Néstor Carrera / Mayo 2012
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“Si las personas y las cosas no se movieran nos llenaría la angustia. Si las hojas de los árboles no se movieran, ¡qué triste estarían los árboles… y nosotros!” Así escribió el pintor francés Degas, a quien le gustaba dibujar bailarinas. Con estas palabras definió Degas una verdad sobre el arte de la danza que explica en parte su gran popularidad hoy en día. …El hombre siempre ha danzado, se ha expresado con movimientos; y cuando se emociona o siente algo lo dice más con gestos que con palabras. Algunas pinturas rupestres expresan cómo esos primeros artistas quisieron plasmar la emoción del movimiento durante la caza. Aun hoy en día las agrupaciones populares danzan para invocar la lluvia, para agradecer el éxito de las cosechas, para reverenciar a sus divinidades, para celebrar alguna festividad o acontecimiento importante bien sea de carácter individual o colectivo. En el antiguo Egipto y en la Grecia clásica la danza fue un modo de adorar a los dioses; de estos rituales arrancan los elementos básicos del teatro contemporáneo… Así pues, la danza es la única expresión escénica que no conoce barreras de lenguajes, expresa una multitud de ideas, estados de animo y temas y a la vez asombra por la fascínate belleza del movimiento.
Diseños venezolanos de Santiago Pol El artista gráfico, más aun el hacedor de carteles, es un hombre que ayuda a construir la identidad de las ciudades y ofrece alternativas de lectura a los espacios arquitectónicos. No obstante, la relación entre el diseñador y su medio ambiente es una simbiosis. Muro y papel, soporte y anuncio, logotipo e institución son parte de un solo discurso. Uno es el sustento del otro ambos se alimentan equitativamente puesto que los afiches, la identidad grafica de las empresas y aun de las estampillas están pensadas, diseñadas y producidas para un clima, un color, una luz y una forma de expresarse ya definidos. Lo urbano es una atmosfera cambiante. Y a su vez es una condición para los artistas que lo transforma. Santiago Pol ha dicho innumerables de veces, “Si Venezuela no existiera yo existiría como diseñador”. Su larga trayectoria en el oficio de los carteles descansa sobre la manía de pensar, oler, saborear, palpar y escuchar el lugar donde coloca posteriormente una huella gráfica. La obsesión por representar las palabras, el humor o malhumor del cliente y los ruidos, temperatura o densidad poblacional de la calle, de la sala de cine, del teatro o del metro de caracas se traduce en cientos de páginas boceteadas a mano para sintetizar todo en un cartel. Es un comunicador visual y social masivo ecléctico e impredecible; conectado sólidamente con el ambiente cotidiano. Arrastra en cada trabajo todo el amor, todo el color, y todo el color de su país. Lo investiga minuciosamente a manera de sabueso gráfico, su propósito es llegar al otro; a ese que camina desprevenido y es potencialmente receptor de un golpe visual que lo dejara pensando. La pequeña Venecia de Pol no es solamente el país laberíntico, desordenado, fértil, alto–contraste y generoso donde habita. Un territorio palafito edificado sobre las emociones de sus habitantes. Es además el mapa que a lo largo de cuarenta años de carrera ha dibujado para ella. La ha visto por debajo y por arriba; también desde adentro y desde afuera. La ha representado en diversos formatos y ha creado una iconografía a base de objetos imposibles. Cuando habla en sus diseños de otras culturas lo hace con ese mismo calor, color y amor; eso lo ha convertido en un venezolano universal. Un artista que salta la barrera del mensaje lingüístico y de la fecha pauta para llegar a todos, todo el tiempo. La muestra preparada para exponer este comunicador visual en la “51 Biennale de Venezia” (Mayo-Noviembre 2005), es una síntesis de lo que ha sido fecundada relación de su creatividad con el ecosistema visual y emocional de su país. No obstante, nada estará exhibido para ser contemplado; esta Pequeña Venecia, dentro de la gran Venecia será una experiencia gráfica para ser navegada. Humberto Valdivieso Mayo 2005
José Vivines Sosias, retratos de lo tangible o el remedo del espejo El hombre no debe poder ver su propia cara. Eso es lo más terrible que hay. La Naturaleza le dio el don de no poder verla, así como el de no poder mirarse a sus propios ojos. Sólo en las aguas de los ríos y de los lagos podía contemplar su rostro. La postura misma que tenía que tomar era simbólica. Se tenía que inclinar, agacharse para cometer la ignominia de verse. El creador del espejo envenenó el alma humana. Fernando Pessoa ................................................................................................................. En los retratos de Vivenes descubrimos terribles situaciones donde la concepción de sus formas evocan una complejidad de emociones y de posibilidades expresivas, por medio de rasgos y procedimientos en la construcción de las imágenes que denotan una fuerte carga emotiva; valiéndose de pequeños gestos, como pequeñas incisiones que componen manchas definitorias y constituyentes, signos del buen oficio y de su capacidad de dibujante que construye un todo a partir de pequeños trazos. “Cada contorno, cada fisonomía está hecha de trazos y cada trazo contiene la unidad del sentido, aunque como tal pueda ser fragmentario” (Elementos Conceptuales del Dibujo Artístico, Absalón Avellaneda Bautista pág.25). Los dibujos de Vivenes despiertan un significado íntimo que se concreta en una nueva imagen. Más allá de los conceptos preestablecidos que podamos tener acerca del retrato y el rostro humano, ellos son una aparición que por primera vez nace para la mirada. El acto de creación presenta una variedad de tensiones resbaladizas, Heidegger lo traduce como el desocultamiento entre la tierra y el mundo, entre la tensión de lo oculto en lo natural y el visible devenir del mundo en el que nos desenvolvemos. De este encuentro, según Heidegger, emerge la obra de arte. En los retratos de Vivenes se revela esa resistencia de la que nos refiere el filósofo, con un procedimiento elaborado a través de una sólida conciencia plástica que instaura un nuevo mundo, con la materialidad de sus retratos maltrechos que nos hablan de vivencias límites de la vida, de la naturaleza perecedera del hombre —de la muerte que nos espera— y de la naturaleza inasible de nuestra humanidad. Imágenes que emergen del mundo imaginario de Vivenes para instaurarse con su fuerte presencia en el nuestro, repleto de caos y de violencia. Sus retratos logran mimetizarse y ser, ahora, reflejo de la sociedad contemporánea. Simbólicamente es posible tender puentes por medio de las muecas de sus retratos y a través de la materia que los compone como territorio, como continentes que evocan y nos traen un tipo de elementalidad, un tipo de vivencia. “Lo rudimentario de nuestras sociedades, les permite, todavía, funcionar sobre relaciones personales, sobre núcleos de relaciones auténticas, un poco a la manera de sociedades primitivas” (Arte Latinoamericano Actual, Marta Traba, pág. 23). Aunque ella se refiere a una identidad latinoamericana, es útil la cita para mostrar un aspecto a mi parecer puntual con la obra de Vivenes: lo rudimentario, los mitos y leyendas se hacen patentes en sus retratos por medio de los tonos y trazos que poseen una evidente fuerza telúrica, su naturaleza provinciana se desborda como una marca que da carácter a sus obras y define un modo de entender el mundo. “Entonces, hablar de “arte latinoamericano” puede resultar útil, siempre que no se esté refiriendo a una esencia sino a una posición asumida por opción ética o conveniencia histórica o política, cuando no por comodidad metodológica o, aun, por el peso de códigos y usos de antiguo consenso o el mero impulso de la nostalgia” (Artistas Latinoamericanos 100 Latin American Artists, Ticio Escobar, Pág. 19). Obviamente Vivenes posee un bagaje académico que está contaminado de los expresionistas clásicos, tanto como de Goya y Rembrandt, por nombrar unos pocos y de la posmoderna pintura de los 80s. En su organización pictórica podemos observar que en el tratamiento con la materia y sus composiciones, algo se filtra de otra época, en muchos casos se vale de la cita a la historia de la pintura, por medio de formas y materiales que radicalizan y evocan al género del retrato. En otros casos es posible percibir que de ellos se transpira una fuerza que emerge desde una parte no física, que nos hacen experimentar una sensación de atemporalidad, en resoluciones donde la concepción de belleza está en las protuberancias de lo grotesco. Como toda buena propuesta artística, las lecturas a estas imágenes son siempre subjetivas y polisémicas; podrían referirse a diversas situaciones de la cotidianidad, como la niñez abandonada, mendigos o personas locas —dementes—, tan comunes en nuestras sociedades. En última instancia, Vivenes busca insistentemente una naturaleza violenta y dramática para mostrarnos una realidad que quisiéramos obviar, sus retratos poseen el poder de arremeter contra nosotros, de confrontarnos y de, por supuesto, seducirnos por la belleza oscura que palpita en su pintura, que no se complace sólo en saber representar, sino que borronea y maltrata las formas para dejar ver el lado oculto y oscuro que se esconde siempre detrás lo aparente. En lecturas previas he dado con un término nuevo para mí, SOSIAS, que según la RAE se refiere a una persona que tiene parecido con otra hasta el punto de ser confundida con ella, término sumamente sugerente pensando en los retratos que Vivenes nos presenta en esta ocasión, casi 150 papeles del mismo formato, un contingente de personajes, una mirada tanto a la capacidad creadora como también a un juego de similitudes y diferencias, que inevitablemente nos lleva al confrontarnos con tal cantidad de retratos, escorzos, perfiles, muecas y silencios, entre una infinidad de adjetivos. En conversaciones sostenidas con Vivenes, él me planteaba que con sus retratos sucede que uno se enfrenta con uno mismo, y que debido a esta confrontación con nuestro propio “yo” algunos podrían experimentar un fuerte rechazo hacia sus pinturas. Es difícil mirarse a uno mismo y aceptar la realidad,“El colmo de inexplicable inquietante es, por último, la aparición de un sosias, es decir, de nuestro doble” (Historia de La fealdad, Umberto Eco, pág. 322). En alguna página de internet busqué la etimología de la palabra sosias y me encontré con esta frase: todos tenemos un sosias (un doble) en alguna parte del mundo, una frase familiar para todos nosotros; lo extraño y siniestro sería encontrarnos y enfrentarnos verdaderamente con un doble. Pensar en la existencia de alguien tan parecido a nosotros nos causa tensión o cuando menos despierta curiosidad. Al detenernos a contemplar los retratos de Vivenes, parecieran proponernos un encuentro inesperado con una especie de sosias; frente a ellos podemos percibir una resonancia y por algún instante confundirnos; una extrañeza que nos hace sentir que algo de ellos nos pertenece. Son una opción reflexiva como posibilidad de encuentro simbólico con nuestros temores, para confrontarlos o para perdernos en los intersticios de lo inefable. Starsky Brines Enero 2012
ENTREVISTA Es una mañana fresca, el día esta luminoso y el cielo despejado muestra un azul sereno. En CIPOST, el amigo “Castillito” sale al encuentro con su alegría característica y su frase eterna: “Profesor qué nos trae hoy el por- venir”, interrogante que a lo largo del tiempo hemos asimilado con una sonrisa o con una mueca de silencio. Adentro la Sra. Luz, como siempre tan amable, me ofrece un café recién colado que recibo gratamente. Ya en la oficina me dispongo a ordenarla para recibir al artista plástico Manuel Alzuru. En soledad me invade una cierta tensión y, a la vez, confusamente surge una catarata de ideas, de imágenes, un mar de dudas e imagino cómo será este diálogo que semeja una entrevista… No será mejor conversar y dejar que fluyan las obsesiones, la fiesta interior, las rabias, los temores, en fin la poesía… No sé creo que fue un error haber citado a Manuel en CIPOST, coño ni una botella de vino traje… Era mejor invitarlo a un bar y al compas de unos rones la cosa hubiese sido distinta… A media mañana la algarabía de “Castillito” y el aroma a café me sacan de mi trance y anuncia la llegada del amigo Manuel. El encuentro es cordial, un estrechón de manos, un semi-abrazo, las preguntas de rigor: cómo está la familia, las cosas, la vida, etc. Lo invito a sentarse en el rincón que preparé, ya acomodados conversamos de trivialidades las cuales fueron creando un clima agradable (pero no dejaba de pensar del por qué no traje la bendita botella de vino)… Para entrar en tema le pregunté cómo le había parecido la exposición del XX Aniversario de CIPOST, con cierta timidez me respondió que le pareció bastante buena y le gusto mucho –sin embargo en su rostro se reflejó una mueca que decía lo contrario, hubo algo que no le gustó y el silencio ahogó ese lamento. Hice como si nada y tome un sorbo de café… Sin mediación comencé a referirme a su obra… Luis Alberto Bracho (LB): Sin ser un crítico de arte, uno aprecia en tu propuesta figurativa un cierto juego donde se combinan un conjunto de dimensiones que generan una armonía visual y discursiva. Me refiero a que mezclas una dimensión ideológica que refleja una fuerte crítica social y política, la cual podríamos asociar a una preocupación por la condición humana. Asimismo, esta “línea fuerza” plasma el dolor, la desolación, el terror en la mirada y en el cuerpo, agonía que pareciera invitarnos a reflexionar sobre la cotidianidad, la violencia y la opresión que vive la carne y el ser; dolor que transfigura al hombre en una sociedad que lo concibe como mercancía. Esta mirada cargada ideológicamente se entreteje con una dimensión autobiográfica, en ese juego encontramos un rastro que habla sobre la búsqueda de ti mismo y del otro. Estas huellas en su transcurrir incorporan música y poesía: es un diálogo con amigos, con la familia y con poetas como: Cortazar, Vallejo, Borges, el chino Valera Mora, donde el boceto es tu propia existencia… La obra es aquella huella que registra tu devenir. Estas dos dimensiones están matizadas por la textura y el color que expresan la pasión y la tonalidad del grito que no se silencia. Este transito se vuelve tensión con eso que solemos llamar realidad, con mediación o sin ella, la registras en el tiempo y se convierte en un archivo que dice de una época, de un sentir, de una sensibilidad que trastoca al espectador y lo interroga sobre su cotidianidad. Este diálogo inconcluso se vuelve posibilidad de encuentro consigo mismo, comunión que acerca lúdicamente las múltiples miradas. En este juego que es el arte y en esta “condición epocal” donde el aquí y ahora, la violencia, lo efímero, lo comunicacional, el arte como simulacro, la fragmentación social, etc., son elementos que configuran las relaciones intersubjetivas. En este contexto me pregunto cómo surge en tu propuesta esta necesidad de dialogar con poetas, pintores, con el otro? Asimismo, hay una dimensión íntima que dice de tus afectos, de tu historia y obsesiones, cómo tu arte (que se presenta como un registro en el tiempo) enfrenta el problema del diálogo en esta condición posmoderna? Manuel Alzuru (MA): La verdad es que lo ideal eran unas cervezas o un whisky para amenizar la conversa ya que tu esta como Maelo (Ismael Rivera) al salir de la cárcel, trae de todo y esto parece ser para rato, así que a falta de pan buenas son tortas. De entrada tú señalas que no eres un crítico de arte y esa aclaratoria equilibra la entrevista, porque yo no soy filósofo y podemos hablar en un terreno más cotidiano, donde las elucubraciones sean más próximas al lector. Hablar del trabajo de uno es sumamente complejo por todo lo que implica; tú lo aprecias bastante, tu visión sobre mi propuesta la siento generosa conmigo. Sin embargo, quiero recordar una respuesta del Maestro Mario Abreu, cuando fue reconocido con el premio Nacional de Artes Visuales, en la entrevista el periodista le pregunta ¿maestro cual es la diferencia entre la obra suya y la de Jesús Soto, ya que son contemporáneos, estudiaron juntos en la misma escuela, viajaron a Paris, usted vivió en Francia por espacio de más de diez años, donde esta la diferencia? Entonces el maestro le respondió: “muy sencillo la obra de Soto hay que verla con un buen Whisky en la mano y la mía con un vaso de caña blanca”. Eso es contundente, y en lo particular me sucede otro tanto, no he llegado a ese nivel, ando todavía entre vinos, cervezas y whisky. Tú eres generoso porque hablaste de ron para la entrevista. Aspiro que en algún momento sean necesarios unos tragos de caña blanca para la apertura de la muestra. Ojala, podamos encontrarnos porque también aclaro estoy seguro que no es un lugar reservado para maestros, sino que es una poética de lo cotidiano. También reconozco que te has detenido a observar las piezas que traje para la exposición y eso habla de una mirada aguda, y sino eres critico de arte seria interesante que exploraras ese mundo, hace una falta increíble en el medio artístico. Creo más en la mirada que indaga y reflexiona que en la crítica de arte, porque es una crítica muy cerca o mejor dicho, tiene un maridaje con el mercado y deja de lado la investigación, seguro que hay excepciones… En medio de la breve pausa, la oficina se inundó de sonoras carcajadas y de miradas cómplices
El Museo “Carmelo Fernández”, se complace en ofrecer al público yaracuyano una muestra con reproducciones de la obra grafica de Carmelo Fernández, importante artista venezolano, nacido en Guama, Estado Yaracuy el 30 de Junio de 1809 y muerto en Caracas el 09 de Febrero de 1887. Muchos han oído hablar de Carmelo Fernández, como profesor (fue uno de los fundadores de la enseñanza de la pintura venezolana), como cronista grafico del traslado de los restos del Libertador desde Santa Marta, Colombia hasta el Panteón Nacional en Caracas, como caricaturista e ilustrador de la prensa de la época, como dibujante y diseñador arquitectónico (el Palacio de las Águilas, sede de la Gobernación del Edo. Zulia y la Plaza Bolívar de Maracaibo son producto de su ingenio), como ilustrador de libros claves para nuestra historia (Resumen de la Historia de Venezuela de Rafael María Baralt y Díaz y el Atlas Físico y Político de la República de Venezuela, de Agustín Codazzi), como integrante de la famosa Comisión Corográfica de Colombia, que tenía por meta realizar un estudio geográfico, político y humano del hermano país, y para la cual Fernández pintó numerosas acuarelas. Varios hechos resaltan en la existencia de Carmelo Fernández, referidos a su trabajo y a su vida. Por un lado, la madurez de su obra en momentos cuando los estudios de las artes plásticas se estaban iniciando en nuestro país, y el interés del pintor por testimoniar la vida y costumbres de la época. Del otro, su condición de militante activo por la Independencia, situación que lo llevó a participar en algunas batallas y que seguramente influyó en su condición de pintor eminentemente laico, lo que dio origen a esa amplia gama de trabajos que ponen énfasis en la vida civil, en el paisaje y que incluyen un testimonio valiosísimo del rostro del Libertador Simón Bolívar (Albert Desiré Barré diseñó para las monedas venezolanas el perfil del Libertador hecho por Carmelo Fernández y publicado en la Historia de Venezuela de Baralt y Díaz). Se considera Carmelo Fernández como pintor realista, de los primeros en nuestro medio que exploran esta modalidad. Más, por ahora, dejemos que sean las reproducciones, hoy exhibidas, el mejor testimonio de un gran artista que supo interpretar con veracidad su momento histórico.
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Museo Carmelo Fernández
El Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2012
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