José Vivines Sosias, retratos de lo tangible o el remedo del espejo ![]() El hombre no debe poder ver su propia cara. Eso es lo más terrible que hay. La Naturaleza le dio el don de no poder verla, así como el de no poder mirarse a sus propios ojos. Sólo en las aguas de los ríos y de los lagos podía contemplar su rostro. La postura misma que tenía que tomar era simbólica. Se tenía que inclinar, agacharse para cometer la ignominia de verse. El creador del espejo envenenó el alma humana. Fernando Pessoa ................................................................................................................. En los retratos de Vivenes descubrimos terribles situaciones donde la concepción de sus formas evocan una complejidad de emociones y de posibilidades expresivas, por medio de rasgos y procedimientos en la construcción de las imágenes que denotan una fuerte carga emotiva; valiéndose de pequeños gestos, como pequeñas incisiones que componen manchas definitorias y constituyentes, signos del buen oficio y de su capacidad de dibujante que construye un todo a partir de pequeños trazos. “Cada contorno, cada fisonomía está hecha de trazos y cada trazo contiene la unidad del sentido, aunque como tal pueda ser fragmentario” (Elementos Conceptuales del Dibujo Artístico, Absalón Avellaneda Bautista pág.25). Los dibujos de Vivenes despiertan un significado íntimo que se concreta en una nueva imagen. Más allá de los conceptos preestablecidos que podamos tener acerca del retrato y el rostro humano, ellos son una aparición que por primera vez nace para la mirada. El acto de creación presenta una variedad de tensiones resbaladizas, Heidegger lo traduce como el desocultamiento entre la tierra y el mundo, entre la tensión de lo oculto en lo natural y el visible devenir del mundo en el que nos desenvolvemos. De este encuentro, según Heidegger, emerge la obra de arte. En los retratos de Vivenes se revela esa resistencia de la que nos refiere el filósofo, con un procedimiento elaborado a través de una sólida conciencia plástica que instaura un nuevo mundo, con la materialidad de sus retratos maltrechos que nos hablan de vivencias límites de la vida, de la naturaleza perecedera del hombre —de la muerte que nos espera— y de la naturaleza inasible de nuestra humanidad. Imágenes que emergen del mundo imaginario de Vivenes para instaurarse con su fuerte presencia en el nuestro, repleto de caos y de violencia. Sus retratos logran mimetizarse y ser, ahora, reflejo de la sociedad contemporánea. Simbólicamente es posible tender puentes por medio de las muecas de sus retratos y a través de la materia que los compone como territorio, como continentes que evocan y nos traen un tipo de elementalidad, un tipo de vivencia. “Lo rudimentario de nuestras sociedades, les permite, todavía, funcionar sobre relaciones personales, sobre núcleos de relaciones auténticas, un poco a la manera de sociedades primitivas” (Arte Latinoamericano Actual, Marta Traba, pág. 23). Aunque ella se refiere a una identidad latinoamericana, es útil la cita para mostrar un aspecto a mi parecer puntual con la obra de Vivenes: lo rudimentario, los mitos y leyendas se hacen patentes en sus retratos por medio de los tonos y trazos que poseen una evidente fuerza telúrica, su naturaleza provinciana se desborda como una marca que da carácter a sus obras y define un modo de entender el mundo. “Entonces, hablar de “arte latinoamericano” puede resultar útil, siempre que no se esté refiriendo a una esencia sino a una posición asumida por opción ética o conveniencia histórica o política, cuando no por comodidad metodológica o, aun, por el peso de códigos y usos de antiguo consenso o el mero impulso de la nostalgia” (Artistas Latinoamericanos 100 Latin American Artists, Ticio Escobar, Pág. 19). Obviamente Vivenes posee un bagaje académico que está contaminado de los expresionistas clásicos, tanto como de Goya y Rembrandt, por nombrar unos pocos y de la posmoderna pintura de los 80s. En su organización pictórica podemos observar que en el tratamiento con la materia y sus composiciones, algo se filtra de otra época, en muchos casos se vale de la cita a la historia de la pintura, por medio de formas y materiales que radicalizan y evocan al género del retrato. En otros casos es posible percibir que de ellos se transpira una fuerza que emerge desde una parte no física, que nos hacen experimentar una sensación de atemporalidad, en resoluciones donde la concepción de belleza está en las protuberancias de lo grotesco. Como toda buena propuesta artística, las lecturas a estas imágenes son siempre subjetivas y polisémicas; podrían referirse a diversas situaciones de la cotidianidad, como la niñez abandonada, mendigos o personas locas —dementes—, tan comunes en nuestras sociedades. En última instancia, Vivenes busca insistentemente una naturaleza violenta y dramática para mostrarnos una realidad que quisiéramos obviar, sus retratos poseen el poder de arremeter contra nosotros, de confrontarnos y de, por supuesto, seducirnos por la belleza oscura que palpita en su pintura, que no se complace sólo en saber representar, sino que borronea y maltrata las formas para dejar ver el lado oculto y oscuro que se esconde siempre detrás lo aparente. En lecturas previas he dado con un término nuevo para mí, SOSIAS, que según la RAE se refiere a una persona que tiene parecido con otra hasta el punto de ser confundida con ella, término sumamente sugerente pensando en los retratos que Vivenes nos presenta en esta ocasión, casi 150 papeles del mismo formato, un contingente de personajes, una mirada tanto a la capacidad creadora como también a un juego de similitudes y diferencias, que inevitablemente nos lleva al confrontarnos con tal cantidad de retratos, escorzos, perfiles, muecas y silencios, entre una infinidad de adjetivos. En conversaciones sostenidas con Vivenes, él me planteaba que con sus retratos sucede que uno se enfrenta con uno mismo, y que debido a esta confrontación con nuestro propio “yo” algunos podrían experimentar un fuerte rechazo hacia sus pinturas. Es difícil mirarse a uno mismo y aceptar la realidad,“El colmo de inexplicable inquietante es, por último, la aparición de un sosias, es decir, de nuestro doble” (Historia de La fealdad, Umberto Eco, pág. 322). En alguna página de internet busqué la etimología de la palabra sosias y me encontré con esta frase: todos tenemos un sosias (un doble) en alguna parte del mundo, una frase familiar para todos nosotros; lo extraño y siniestro sería encontrarnos y enfrentarnos verdaderamente con un doble. Pensar en la existencia de alguien tan parecido a nosotros nos causa tensión o cuando menos despierta curiosidad. Al detenernos a contemplar los retratos de Vivenes, parecieran proponernos un encuentro inesperado con una especie de sosias; frente a ellos podemos percibir una resonancia y por algún instante confundirnos; una extrañeza que nos hace sentir que algo de ellos nos pertenece. Son una opción reflexiva como posibilidad de encuentro simbólico con nuestros temores, para confrontarlos o para perdernos en los intersticios de lo inefable. Starsky Brines Enero 2012
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Museo Carmelo Fernández
El Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2012
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