Wladimir Puche dibuja formas de esencias. Como artista, se torna en un observador de la naturaleza y de ciertas acciones del hombre, como la danza o los procesos de gestación, del origen de la vida, de lo primogénito, de lo orgánico. No se trata de hacer copias fidedignas que representen la flor, la mujer en gestación, la danza, la libélula, el insecto, sino que su arte constituye el hacer visual del recuerdo, de lo que se recuerda luego de vivir la experiencia, mediante el recurso plástico del dibujo que Puche maneja con soltura, a cabalidad, como si las líneas mismas volaran, danzaran, se suspendieran logrando el maravilloso equilibrio del chupalaflor y fijando siempre formas arquetipales, antropomorfas, viscerales. Todo ello se da como un proceso que se inicia con la acumulación de intensiones reprimidas; una vez tomados los elementos pictóricos y dibujistico, Puche va dejándolos salir, dentro de una especio de azar controlado. Puede que estas formas recuerden momentos, vivencias, objetos, situaciones; sin embargo, no es la representación realista, ni siquiera surrealista de las formas, sino que su creación se encamina y se introduce en la idea del objeto, en la síntesis del momento o de las vivencias, en la esencia de la situación. Por esta vía, Wladimir aporta poesía visual, espontaneidad a través de lo gestual, donde cada dibujo, cada obra, se convierte en inicio y fin de aventuras, de concebir hechos vitales que se apoderan de espacios, para remontarse a lo lírico, desde lo cotidiano y particular hasta la universidad de la creación. Desde lo eminentemente plástico, Puche se plantea diferenciaciones, por ejemplo, entre volúmenes y líneas internas y externas a partir del color y de la tinta china, para aportar unidad, mayores logros en cuanto a las formas y los espacios que además se convierten en equilibrios compensatorios y en tensiones elásticas: la obra se expande hacia todos los lados, pero sobre todo en forma vertical, invadiendo espacios hasta el infinito, ayudados por el “dreapping”, por ciertas manchas o chorreados que también dinamizan el contexto del espacio plástico. El dibujo siempre se mostrará audaz, alejado de lo académico o formal para a la vez conformar una totalidad orgánica. Para Wladimir Puche el hecho de dibujares cuestión vital, de vida, lo que le permite descargar energías, canalizar un espíritu siempre crítico y contestatario, pero además un tanto anárquico que (¡paradoja!) no se refleja en sus dibujos, a pesar de la ironía y de lo violento que pueden ser las líneas, los trazos y la creación de volúmenes. Los dibujos se convierten en símbolos o ideas donde reina lo figurativo y la abstracción, lo gestual como representación de todos los tiempos o de ningún tiempo. Ello da origen a una mirada íntima, de conversación con el dibujo, de hablar susurrado con cada una de las piezas que, por supuesto nos sorprende al aportarnos la movilidad, el dinamismo, la captura del momento fugaz que llega a eternizarse, como proceso iniciativo vivido por el artista. Porque intuimos que Puche posee además un gran acercamiento a la grafía o al mundo oriental, como determinación de nirvana, de clímax, de otredades encontradas mediante la síntesis de estos dibujos esculturales de lo orgánico, del Zen, del hinduismo; solo que el leit motiv de su creación se encuentra en nuestro trópico, en nuestra naturaleza, no con un determinismo a ultranza, sino como una manera de hacer arte, de hacer rituales cuyos resultados son elementos y situaciones que sugieren, que esencial y lejanamente identifican realidades del más sencillo asombro. Todo ello da como resultado una situación especial, sin encasillamiento de ningún tipo, donde la idea de pájaro, de vuelo, de arquetipos, de figuras antropomorfas pudiesen importar poco por cuanto se trata más bien de soportar gregariamente un proceso de creación, donde hay dolor y alegría de vida, génesis de lo que siempre nace, de lo que siempre vive, de una presencia atávica en gritos y silencios de un artista que, al final, no posee ninguna determinación en torno al azar controlado, sino más bien es la fuerza de su creación, de las esencias y de querer decir o manifestar su presencia en este mundo, lo que realmente se impone. Wladimir Puche ahora está en el Museo de Barquisimeto, con su hiperkinesia para el dibujo como maneras de permanecer en aquiesencias y de irse para dialogar con otros mundos inverosímiles. Willy Aranguren
Texto escrito para la exposición “Wladimir Puche. Des(c)iertos Pájaros”, en la Galería de Arte Contemporáneo del Museo de Barquisimeto, Junio de 1999.
3 Comentarios
22/8/2017 06:40:16 am
Wladimir Puchero fue mi maestro de pintura en Cumaná y yo e recorrido el mundo y no e conocido un maestro de su fuerza
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Leopoldo Burgos
5/10/2020 01:37:45 pm
Buenas tardes, si alguien que visita esta pàgina pudiera darme informaciòn de Wladimir Puche, algùn No. de telèfono o correo electrònico, sabrìa agradecerlo, Gracias -.
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Ana Georgina Puche
8/7/2021 07:15:18 pm
Hola! Buenas, Wladimir Puche está en muy buen estado de salud, que otra información quisieras, puedes escribirme al correo a [email protected]
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Archivos
Diciembre 2016
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