Homenaje al maestro José María Cruxent / Galería de Arte Nacional Entre los distintos factores que conformaron los relaciones culturales de los sociedades prehispánicas, uno de los más resaltantes es lo presencio de lo sagrado en lo vida cotidiano. Paro lo arqueología resulto bastante difícil interpretar situaciones de este tipo, sobre todo por lo ausencia de registros documentales que den cuento detallado de los prácticos religiosos prehispánicas, como por el carácter polisémico de estos representaciones que pueden adquirir diversidad de significados dentro de uno comunidad. Sin embargo, ciertos parámetros arqueológicos permiten acercarnos o contextos susceptibles de interpretación de lo sagrado en lo vida cotidiano. En lo región andino de los estados Trujillo, Mérida y Táchira, localizamos evidencias arqueológicos asociados o estos prácticos, toles como lo cerámico, lo elaboración de placas líticos, lo arquitectura lítico, los enterramientos, los terrazos de cultivo y los redes de intercambio simbólico-comercial con otros regiones del país. Topográficamente, los andes venezolanos presentan cuatro pisos altitudinales caracterizados por su alto contraste climático y vegetacional. Estas características propiciaron entre los habitantes de lo región patrones de asentamiento y actividades culturales diferenciados en cado uno de los ecosistemas. Los primeros evidencias de prácticos ceremoniales en lo región los encontramos en los sitios denominados Cueva de Cuchillo, cerco de lo población de Santo Ano, y Cueva Santo Domingo, cercano de Carache, noreste del estado Truiillo. En ambas se hallaron enterramientos asociados a la cerámica de carácter votivo. Esto relación de entierros con objetos alfareros ha hecho que los arqueólogos consideren estos sitios como lugares ceremoniales, donde las comunidades acompañaban los entierros con ofrendas funerarias. Esta cerámica ha sido catalogada como estilo Santa Ana, caracterizada por sus formas naviformes y cuencos carenados, y por el uso de la pintura como técnica decorativa predominante, expresada en motivos en (S), combinados con incisiones, appliqué y modelado. Según la cronología de Cruxent y Rouse el estilo Santa Ana se ubica en el período II, que abarca desde los 1000 a.C hasta los 300 d.C. La presencia del estilo Betijoque y el estilo Miquimú, ambos en Trujillo, evidencian un cambio en las manufacturas cerámicas y en el uso de otros materiales para la elaboración de objetos utilitarios y religiosos. De acuerdo a la cronología de Cruxent y Rouse ambos estilos serían relativamente contemporáneos. La cerámica Betijoque (170 – 420 d.C) se caracteriza por la pintura de trazos delicados y simétricos. Las investigaciones lograron identificar aspectos relativos al modo de vida, especialmente por el descubrimiento de un sitio de habitación con áreas destinadas a enterramientos en vasijas funerarias. En relación con el estilo Miquimú (650 d. C), ubicado en Carache, se ha determinado la presencia de objetos cerámicos utilitarios, representados por ollas y recipientes para alimentos y agua, y de alfarería ceremonial, representada por vasijas trípodes. Dentro del conjunto de objetos hallados en el sitio Miquimú se destaca un conjunto de placas líticas de las llamadas "alas de murciélago", asociadas a lo mítico-religioso Se incluyen también en la cronología del área de Carache, los estilos Mirinday y La Ermita. El primero (desde el 1000 d.C. hasta entrada la colonización española) se caracteriza por la elaboración de platos, aripos, jarras globulares, cuencos con bases simples y vasijas trípodes. La Ermita, fue de corta permanencia y de escasas muestras cerámicas provocadas por los cambios introducidos por la conquista. Adentrándonos en el estado Mérida, el área de la tierra fría, comprendida entre los 2.000 y 3.000 m.s.n.m., ofrece información referente a las prácticas cotidianas y ceremoniales. A este piso altitudinal se le asocia con la elaboración de cerámica simple, construcciones de cuevas y enterramientos con abundantes objetos votivos como placas líticas. En esta zona se haya también un sistema de terrazas agrícolas orientadas al aprovechamiento de las pendientes en las cabeceras de los ríos. Estos cultivos estaban acompañados de estructuras habitacionales, de "muros construidos con piedras dentro de los cuales presuntamente se colocaban objetos rituales para la protección de la casa". En esta zona las cuevas fueron espacios para prácticas ceremoniales en las que el chamán depositaba ofrendas representadas en figulinas de arcilla o talladas en piedra y alas de murciélago. Como parte del equilibrio cultural entre las distintas comunidades se realizaban rituales colectivos enmarcados en el culto al dios Ches, práctica religiosa dirigida por los "mohanes", quienes además de ser jefes religiosos, ejercían funciones económicas y políticas. Ubicadas al noreste de San Cristóbal, en el estado Táchira, se hallaron terrazas de tierra para emplazar viviendas, zonas agrícolas, silos, depósitos y/o cementerios. En el sitio se recolectó información relacionada con la existencia de enterramientos, figulinas zoomorfas en azabache y cuentas de collar, asociadas a rituales funerarios. Estas referencias pueden ser interpretadas como elementos susceptibles de explicar los vínculos existentes entre las prácticas ceremoniales y la vida cotidiana. Para las comunidades prehispánicas de esta región, cada actividad tuvo sentido en la medida que era representación de los mitos y del orden cosmológico “a favor de la integridad física y cultural de la comunidad y la defensa de la vida, la salud y la fecundidad". Daniel Ramírez
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2006
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