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Afirmar la identidad nacional, frente a la precipitada carrera hacia la “Aldea global” es cada vez más necesario y urgente, porque si bien los pueblos no pueden sustraerse al influjo de los tiempos, ni menos aún encerrarse claustros paralizantes, no menos cierto es que rememorar sus orígenes, rescatar sus valores y mantener vivas sus historias y tradiciones son tareas impostergables, si se quiere tener conciencia de lo que significa ser venezolano. Surgen estas reflexiones con motivo de la Exposición de Juguetes Artesanales que se inaugura hoy y que es colección de la Casa Alejo Zuloaga, institución que por si misma es un símbolo que materializa y hace perdurable el valor de la tradición, que como dijera don Mario Briceño Iragorryes -legado de cultura que el tiempo nos transfiere para que después de pulido y mejorado por nosotros, lo traspasemos a las futuras generaciones. Más allá de las manifestaciones objetivas que la personalizan en su aspecto documental, se elevan, ágiles, sutiles, inaprensibles, los imponderables que dan fisonomía y forma el genio de los pueblos-. Especial significación reviste esta exposición de Juguetes Artesanales. No se trata de exhibir la costosa juguetería de los tiempos actuales, llena de elementos fantásticos, belicosos, mortíferos y violentos, sino de revivir el ingenuo encanto de policromías e ingeniosos mecanismos, que nos reconcilian con el viejo oficio del artesano, y que abre campos al entusiasmo del que hacer y del crear ya las inmensas posibilidades que tenemos de organizarnos a través del oficio manual, del trabajo creativo. Estos juguetes avizoran hoy destinos ciertos... Enhorabuena a la Casa Alejo Zuloaga por esta feliz y provechosa iniciativa. BREVE HISTORIA DEL JUGUETE DE MADERA La aparición del juguete se pierde en los albores de la prehistoria. No sabemos cuándo apareció el primero, pero imaginamos que la madre primigenia buscó, entre las cosas que la rodeaban, pequeños objetos y con ellos fabricó los primeros juguetes para su hijo. Bien pudieron ser, en aquellos tiempos, pequeñas piedras pulidas, conchas marinas que enlazadas en una cuerda produjeran sonidos, muñecas rudimentarias hechas con trozos de madera, barro, hojas o trapo, tales como las encontramos en las culturas primitivas. En el Antiguo Egipto, en tumbas de niños, se han encontrado: carretas, animales y muñecas de arcilla y talladas en madera. Las muñecas griegas y romanas tenían la cabeza y el cuerpo tallado en madera, y sus brazos y piernas eran tablitas que pedían de una especie de tornillo de madera o de una cuerda. En las largas noches de los inviernos medievales, los padres e hijos se entretenían tallando no solo muñecas, sino también canoas, barcos, carretas para halar de un cordel, trompos, matracas y animales, entre los que se encontraban caballitos de palo que podemos apreciar en los libros de horas y misales de esa época. La madera fue el material más usado para la elaboración de juguetes en los siglos XVII y XVIII en toda Europa. Así vemos que las muñecas llamadas “Duch doll”, inglesas y holandesas, fueron talladas en sus cabezas y torsos, y luego pintadas brillantemente. Las piernas unidas de manera muy simple y pintadas superficialmente así como sus brazos que terminaban en manos toscamente talladas y los pies semejantes mas bien a pezuñas. Los primeros juguetes fabricados en Estados Unidos fueron tallados en madera y también los hubo de alfarería. Hicieron botes, casitas, muñecas y gran variedad de animales, como materiales fácilmente disponibles en cualquier lote de madera; tales juguetes eran fabricados no sólo por artesanos familiares o particulares, sino que también existieron tallistas ambulantes que vendían su mercancía en los campos y ciudades y que por ser individualistas la mayoría de sus obras, tales como pájaros o Arcas de Noe, las encontramos hoy solamente en los museos del mundo. ¡Que bello y hermoso seria que hoy esa práctica de hacer artesanalmente nuestros juguetes se retomara, evitando así que tantos de nuestros jóvenes se perdieran en actividades perjudiciales para ellos y nuestras comunidades!. EXPOSITORES MARIO CALDERON Nació en Caracas el 1 de mayo 1955. Desde muy joven sintió pasión por el arte, canalizando sus inquietudes a través de la música y posteriormente, también por la creación de juguetes de madera. Cuenta en diferentes salas de exposiciones dedicadas al juguete. VICTOR CARABALLO Nació en Caracas el 11 de septiembre de 1957. Poseedor de una gran sensibilidad, desde 1989 ha canalizado su sentido creativo y constructivo a través de la creación de juguetes de madera de singular originalidad. Trabaja con la colaboración de Natalia Villafañe, quien realiza la pintura de sus piezas.
La Exposición “ARTISTAS LARENSES EN LA COLECCIÓN MCF” esta conformada por 20 obras de artistas nacidos o residenciados en el vecino estado Lara, las cuales han ingresado al museo sanfelipeño por diversas vías: en su mayoría son donaciones hechas por los propios autores al considerar importante para su trayectoria el estar representados en esta institución, otros -muy pocos- han ingresado por la vía de obras premiadas en diversas ediciones del Salón “Carmelo Fernández” y algunas mas ingresaron por la modalidad de custodia. Las obras de los artistas representados en esta muestra evidencian distintas tendencias pictóricas y épocas de los creadores larenses: in formalismo gestual de Jorge Sánchez y Adhelis González, cierto abstraccionismo lírico en contraposición con una obra figurativa del mismo Alirio Infante; las visiones luminosas urbanas de Maria Elena Rojas junto a los bosques compactos de Antonio Scorche y los paisajes particulares e idealizados de Leonardo Figueroa; los recuentos del mundo indígena de Coromoto Rodríguez y Miguel Ángel Granados; la alucinación y barroquismo de las escenas figurativas de José Luis Aldana y Antonio Pavón, los experimentos y juegos fotográficos de Oswaldo Blanco, la búsqueda permanente de Roseliano García con los objetos y la materia, la experiencia constructiva de Esteban Castillo, junto a los relieves cerámicos de Margarita Silva y las tallas policromadas de Cirilo Rodríguez. “Esta muestra es una visión más del rico patrimonio que guarda el Museo “Carmelo Fernández” y una forma de evidenciar el agradecimiento a aquellos creadores larenses que han confiado su legado a esta institución”, como lo afirmó Rafael Principal Torres, Director de la Institución.
Desde la ciudad que nace al pie del Picacho, y descansa placidamente en lo que fue la laguna de los corronchos Nirgua rodeada de montañas y un gran calor humano característico de la región podemos visualizar hermosos paisajes que no han pasado desapercibidos bajo el pincel artístico de los pintores nirgueños dejando plasmado en lienzos y murales los mejores de ellos. Por otra parte, podemos notar que nuestra población ha sido lugar de inspiración del arte en todas las dimensiones en todos los espacios, sus calles, Arquitectura, montañas, su gente, historia y personajes que han hecho de la comunidad nirgueña la cuna de hombres soñadores y amantes del arte, en especial el dibujo y pintura. Esta exposición que dedicada la institución cultural yaracuyana a este honorable señor, bien merecidas ya que de esta manera se esta valorando la trayectoria que ha brindado Rafael Montilla al colectivo yaracuyano y en especial a los nirgueños que han obtenido su trabajo y lo han valorado con la humildad y respeto que se merece. El fortalecimiento de la Exposición Pintores Nivarenses en el Museo Carmelo Fernández se la brinda sus compañeros amigos pintores, artesanos de la población. Las obras reunidas para la exposición, exhibe en parte muestra de la población que vio nacer al homenajeado, trazan en ellas la historia, la mezcla del sentir de los artistas donde se marcan una pluralidad de lenguajes, proyectos y caminos el cual deben seguir para lograr objetivos concretos para cada uno de ellos y continuar plasmando en el lienzo sus hallazgos pictóricos del acontecer nirgueños. De esta manera, el Museo Carmelo Fernández rinde homenaje al maestro del dibujo y la pintura que durante 50 años ha dedicado parte de su vida a plasmar y crear las obras de arte que dejan ver el sentimiento, y gentilicio con la armonía, que el artista deja a la mirada de quienes obtiene sus obras. Estamos hablando del Sr. Rafael Montilla Nirgueño inspirado por el picacho que lo vigila cada DIA en su remanso donde la fresca brisa deja en el su creatividad y su sueños cristalizado al terminar su obra. Dentro de la gran legión de pintores, artistas plásticos, artesanos, que hoy acompañan al homenajeado en La Exposición de los Pintores Nivarenses 2006 podemos mencionar al Sr. Antonio Escobar, Arnoldo Moreno, Miguel Ochoa, José Gregorio Pinto, Virgilio Quintero, José Luis Montoya, Luis Hurtado, hombres de entrega al trabajo a dar lo mejor en la actividad que ejecutan como es el arte, el medio más usado para comunicarse con su entorno, y de esta manera, darle otro sentir a la vida. El espacio cultural Museo Carmelo Fernández, institución visionaria en los hombres que de una u otra forma interactúan en el mundo artístico de hoy, brindan oportunidades a los artistas y comunidades de integrarse al contexto sociocultural del estado Yaracuy. De esta manera se dan a conocer los valores de la región y proyecta sus saberes a otras latitudes con la finalidad de dignificar el trabajo de cada hombre y mujer en cualquier rincón de nuestra geografía.
Fotografías de Lil Quintero. Realizadas durante el 1er Encuentro Nacional por la Diversidad Cultural Yaracuy 2006, organizado por el Centro de la Diversidad Cultural. María Lionza es referencia genuina del sentir femenino del trópico. Lo salvaje y espiritual de esta tierra encontrado en una naturaleza que refleja a la perfección la sensualidad mítica de un país exótico como lo es Venezuela. La montaña es su castillo, y ella lo habita como a los corazones de todos sus fervientes seguidores. Creyentes que acuden a la montaña a saciar sus necesidades de alma. India, mestiza, hechicera de ojos de serpiente, voluptuosa, esbelta, blanca, morena, sobre la danta, desnuda, vestida de reina, diosa venerada; María Lionza, es el vientre de cada una de las mujeres de este país. Este trabajo es una búsqueda y también es una ofrenda. Lil Quintero
LUCIDIO USECHE Nació en Táriba, Municipio de la Santa Palmira – San Cristóbal. El mundo artístico de Lucidio Useche (1914 – 1990), está firmemente relacionado con su oficio de sepulturero. Lo evidencia el uso del cemento como soporte de sus obras a las que él llamó placas, forma que particulariza sus trabajos. Para él, importante era el relieve. Lo que no lograba con el color, donde predominan tonalidades de azul, lo daba por me dio de discretos volúmenes. Su religiosidad prevalece en las figuras de vírgenes, que ciñen una corona similar a la de la virgen de su devoción tachirense. Las obras tridimensionales insisten en el Cristo crucificado, razón de su caridad cristiana para con los muertos sin dolientes. La inclusión de pájaros, pareciera obedecer a aquello de que los pájaros son los ángeles de la naturaleza.
De nuevo, otra cita con las artes visuales, con todos y cada uno de los artistas plásticos. La reafirmación de un proyecto ya exitoso el pasado año; un nuevo llamado a la participación. Un esfuerzo mancomunado del Ministerio de la Cultura a través del Instituto de las Artes de la Imagen y del Espacio (IAME), con el objetivo de apoyar, estimular, promover, reconocer y premiar anualmente el talento creador de nuestros artistas. Damos un paso más allá en nuestra decidida labor por acercarnos cada día más a las artes visuales que producen anualmente a lo largo y ancho del territorio nacional, integrando a todos los creadores sin distingos de procedencias geográficas, trayectoria, estilos, técnicas y discursos formales. Arte Venezolano del Siglo XX, La Megaexposición, 2003 – 2004, dio inicio a un nuevo siclo de grandes exhibiciones artísticas, las cuales se activaron como espacios para el recuento, la re-mirada y que nos permitió reencontrarnos con el pasado y el presente artístico venezolano atesorado, en las instituciones museísticas del país. Un patrimonio visual de incalculable valor, la memoria gráfica de un siglo, el reflejo visual de incontables momentos de la historia reciente de nuestra cultura, y del legado de las artes visuales que nos anteceden. El país entero pudo apreciar la creación de todo un siglo, con sus artistas fundamentales y obras maestras del arte venezolano. Fue un gran proyecto artístico que implico el establecimiento de una basta y activa red expositiva que cubrió todo el territorio nacional. Esta primera megaexposición permitió una completa integración interinstitucional; los museos del resto del territorio nacional, junto a otras instituciones culturales como ateneos, casas de la cultura, galerías, salas de exposiciones, fundaciones y universidades, se unieron en un esfuerzo y objetivo común. El Arte Venezolano del Siglo XXI, Segunda Megaexposición, Homenaje a Jesús Soto, se rindió un merecido tributo al gran maestro cinético venezolano, fallecido en Paris en Enero del 2005. La muestra nos ofreció una amplia y completas panorámicas de la creación actual de las artes visuales en el periodo comprendido entre los años 2001 – 2005 y en la misma participaron más de 2000 artistas que, con sus obras nos manifestaron como se escribe el arte desde cada región de nuestro país. En los 23 entidades federales se apreció una panorámica actual de lo que producen sus artistas plásticos, asimismo en Caracas se pudo apreciar las obras plásticas de los creadores de todo el territorio nacional. El evento evidenció la diversidad de corrientes estilísticas predominantes en el escenario plástico venezolano. Con el mismo espíritu que motivo la producción de dos grandes muestras: Arte Venezolano del Siglo XX, La Megaexposición 2003-2004, y Arte Venezolano del Siglo XXI Segunda Megaexposición 2005, Homenaje Jesús Soto, EL CERTAMEN MAYOR DE LAS ARTES Y LAS LETRAS: CAPITULO ARTES VISUALES, nos presentó el año pasado una visión integral y plural de toda la riqueza y complejidad de las artes visuales producidas en cada uno de los estado del país. Un proyecto expositivo de confrontación artística que devino en una gran experiencia para todo el sector. Creemos que de nuevo el Certamen Mayor contribuirá a un más amplio conocimiento del arte que se produce en Venezuela en su complejidad y diversidad de técnicas temáticas, estilos y tendencias. Asimismo, proporcionara una mayor información de los artistas que habitan más allá de los tradicionales centros de producción artística del país. EL CERTAMEN MAYOR DE LAS ARTES Y LAS LETRAS: CAPITULO ARTES VISUALES, se convierte así en un proyecto que el Ministerio de la Cultura a través del Instituto de las Artes, de la Imagen y el Espacio (IAIME), asume con conocimiento y desarrollo equitativo de las artes visuales del país.
El II Encuentro de Arte Corporal consiste en la presentación de diversas manifestaciones artísticas y culturales del mundo donde el cuerpo es el principal soporte expositivo, como la pintura corporal, tatuajes, ceremonias y rituales de carácter religioso, fotografías, pintura corporal, arte corporal e instalaciones entre otras variaciones contemporáneas. El encuentro tiene contempladas muestras en diferentes espacios expositivos convencionales y alternativos de la ciudad Capital y de varios estados venezolanos así como el desarrollo de ponencias con especialistas, conversaciones con los artistas invitados nacionales e internacionales, talleres, ferias y presentaciones de calle que servirán de complemento a la misma. En septiembre de 2005 se realiza el I Encuentro de Arte Corporal con la destacada participación de pases como Alemania, Argentina, Chile, Cuba, Italia, India, República Dominicana y Guatemala, quienes con diferentes propuestas hicieron del Cuerpo el protagonista del evento. En el 2006 el II Encuentro Mundial de Arte Corporal vuelve a apoderarse de los escenarios venezolanos con esta manifestación cultural, donde se espera la presencia de representantes de Italia, Cuba, Australia, Etiopía, Argentina, Chile, Filipinas, Estados Unidos, Colombia, España, Brasil y Venezuela. El II Encuentro de Arte Corporal desplegara actividades en los estados Capital, Anzoátegui, Amazonas, Apure, Barinas, Bolívar, Carabobo, Delta Amacuro, Falcón, Lara, Miranda, Nueva Esparta, Portuguesa, Yaracuy y Zulia. Tomado de http://encontrarte.aporrea.org
Obras de: |
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"Santiago Pol ha sido tocado por la gracia del genio. No busquemos más explicaciones. Donde algunos son sólo diseñadores gráficos y otros sólo artistas, él es la milagrosa síntesis, como lo vio hace poco en Venecia el viejo sabio Gillo Dorfles. Santiago ha roto desde hace años con los encasillamientos. Cuando se propone hacer diseño, hace diseño, pero también le brota poesía. He ahí la diferencia que resalta si alguien se coloca en el trance de hacer comparaciones. Con Santiago Pol hemos adquirido los más altos niveles de calidad en el cartel venezolano.
Nadie había llegado entre nosotros a ese difícil reino de la creación gráfica. Esta exposición lo demuestra."
Freddy Castillo Castellanos
El artista gráfico, más aun el hacedor de carteles, es un hombre que ayuda a construir la identidad de las ciudades y ofrece alternativas de lectura a los espacios arquitectónicos.
No obstante, la relación entre el diseñador y su medio ambiente es una simbiosis. Muro y papel, soporte y anuncio, logotipo e institución son parte de un solo discurso. Uno es el sustento del otro ambos se alimentan equitativamente puesto que los afiches, la identidad grafica de las empresas y aun de las estampillas están pensadas, diseñadas y producidas para un clima, un color, una luz y una forma de expresarse ya definidos. Lo urbano es una atmosfera cambiante. Y a su vez es una condición para los artistas que lo transforma. Santiago Pol ha dicho innumerables de veces, “Si Venezuela no existiera yo existiría como diseñador”. Su larga trayectoria en el oficio de los carteles descansa sobre la manía de pensar, oler, saborear, palpar y escuchar el lugar donde coloca posteriormente una huella gráfica. La obsesión por representar las palabras, el humor o malhumor del cliente y los ruidos, temperatura o densidad poblacional de la calle, de la sala de cine, del teatro o del metro de caracas se traduce en cientos de páginas boceteadas a mano para sintetizar todo en un cartel.
Es un comunicador visual y social masivo ecléctico e impredecible; conectado sólidamente con el ambiente cotidiano. Arrastra en cada trabajo todo el amor, todo el color, y todo el color de su país. Lo investiga minuciosamente a manera de sabueso gráfico, su propósito es llegar al otro; a ese que camina desprevenido y es potencialmente receptor de un golpe visual que lo dejara pensando.
La pequeña Venecia de Pol no es solamente el país laberíntico, desordenado, fértil, alto–contraste y generoso donde habita. Un territorio palafito edificado sobre las emociones de sus habitantes. Es además el mapa que a lo largo de cuarenta años de carrera ha dibujado para ella.
La ha visto por debajo y por arriba; también desde adentro y desde afuera. La ha representado en diversos formatos y ha creado una iconografía a base de objetos imposibles.
Cuando habla en sus diseños de otras culturas lo hace con ese mismo calor, color y amor; eso lo ha convertido en un venezolano universal. Un artista que salta la barrera del mensaje lingüístico y de la fecha pauta para llegar a todos, todo el tiempo.
La muestra preparada para exponer este comunicador visual en la “51 Biennale de Venezia” (Mayo-Noviembre 2005), es una síntesis de lo que ha sido fecundada relación de su creatividad con el ecosistema visual y emocional de su país. No obstante, nada estará exhibido para ser contemplado; esta Pequeña Venecia, dentro de la gran Venecia será una experiencia gráfica para ser navegada.
Humberto Valdivieso
Mayo 2005
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Esta exposición de carácter antológico, recorre el trabajo del artista desde el año 1992 hasta el 2005, a través de las distintas etapas que han caracterizado su producción: T.Q. Q.J. (/990 1992); En contra del viento encuentro de caminos ( 1992); Altares del Sur (1993); Sancocho patecabra (1993), Altares, entierros, contras y demás yerbas sin límites (1994); Flores del alma (1995-1998); Injertos del alma (1998-2000); Constructos (2000-200 1); Música visual (2002) y Caribbean full color (2002-2005).
Con un lenguaje visual muy personal, el artista reflexiona y expone su visión sobre la identidad del venezolano, diversa y múltiple producto del cruce de culturas que han confluido en este territorio. Cultura mestiza fusión de lo indígena, lo africano y lo español; con una contundente presencia de colores, trazos, formas, emociones, transparencias, ritmos... Invenciones a veces disparatadas e intuitivas pero que definen nuestra esencia caribeña. Las reflexiones del propio Onofre Frías, sobre cada una de estas etapas, nos ayudan así a comprender mejor su trabajo.
Para nuestro Museo, es un verdadero orgullo compartir esta experiencia con Onofre Frías. Amigo solidario y consecuente, cuyas enseñanzas y experiencias ha compartido de manera desinteresada desde nuestros espacios con los jóvenes creadores yaracuyanos.
RPT, 2006
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Giménez Peraza, fue en esta urbe, candil del paisaje; imprimió en su obra elementos ágiles que jamás confundieron al público, al contrario fue un militante del buen gusto, del arte poético y de la buena conversación. En las dos oportunidades que le vi., fueron suficientes para el encuentro que se hizo permanente, al poder observar y apreciar su obra toda esa transfiguración, ese discurso plástico, que deja al descubierto ese yo interior, que el arte a través de la plástica lo convierte de algún modo en una persona especial y telúrica en su obra.
Giménez Peraza, quien venido de otra latitudes, se sembró aquí en Yaracuy, dejo para lo posteridad su nombre, representado en una obra plástica digna y de gran altura. Soy de los convencidos que los artistas plásticos, escritores y cultores de la creación, son seres excepcionales de difícil ubicación en el común, por eso en el salón de pintores y artistas plásticos que adelanta este parlamento es propicio el momento para dejar constancia eterna, y por nuestra parte el profundo respeto y la gran admiración que como dirigente social y político tengo por el maestro Edgar Giménez Peraza a quien hoy recordamos con elegancia.
Víctor Pérez Ceballos
Presidente del Consejo Legislativo
Edgar Ramírez Peraza
Nace el 1° de Mayo de 1946 en San Félix, Estado Bolívar. Educación Primaria: Escuela “Juan José de Maya”, Colegio Fray Luis Amigó”. Educación Secundaria: Liceo “Arístides Rojas”, Escuela de Artes Plásticas “Carmelo Fernández”.
Otros: Centro Gráfico INCIBA.
Arquitectura y Urbanismo. U. C. V., Caracas.
Diseño y arquitectura Moderna. Escuela de Letras. Profesor y Director de Dibujo CBAP – Cumaná Estado Sucre.
Exposiciones
1969: Exposición de Jóvenes Artista. U. C. V. Caracas. Figuración Colectiva de Dibujo y Pintura. Galería La Nueva Generación XXX. Salón Oficial de Arte Venezolano de Dibujo Grabado. Museo de Bellas Artes. Caracas.
1973: Primer Salón de Jóvenes Artistas de Habla Hispana. Caracas.
1976: Exposición Subasta. Galería Viva México Caracas.
1977: XXXV Salón de Artes Visuales “Arturo Michelena”. Valencia.
1980: Presencia en el papel. Galería de Arte “Lisandro Alvarado”. Barquisimeto.
1984: Salón Aragua. Maracay.
1987: Interrogaciones al Arte. Museo “Carmelo Fernández”. San Felipe.
1988: Exposiciones Libres. Salón Nacional de Artes Plásticas. Galería de Arte Nacional. Caracas. Salón Nacional de Artes Plásticas. Sección Dibujo. Museo de Artes Visuales “Alejando Otero”.
Reconocimientos
1979: Premio Emilio Bogio. XXXVII Salón de Artes Visuales “Arturo Michelena”. Valencia.
1992: Primer Premio VII Salón Carmelo Fernández. Museo “Carmelo Fernández” San Felipe.
2001: Orden 19 de Marzo en su 3era Clase. San Felipe.
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Fotografiar la amistad
Tulio Hernández
En el que se supone fue el primer retrato que Carlos Germán Rojas tomó en la saga fotográfica que más tarde, cuando fue expuesta por primera vez, conoceríamos a secas como La Ceibita, quedó registrado algo parecido a las bases de un programa ético y estético que el fotógrafo, lo sabemos ahora, cumpliría con fidelidad absoluta 'durante los ocho años que se dedicó a tomar fotografías de las gentes y los espacios del barrio donde por entonces habitaba,
En esta primera fotografía, realizada en 1976, aparece de cuerpo entero Crisanto quien, según cuenta el propio Carlos Germán, era uno de los personajes más alegres y queridos de aquel barrio ubicado en las inmediaciones de El Valle; en la zona sur de Caracas. De cuerpo entero es un decir, porque a Crisanto, la persona retratada, para entonces ya le habían amputado sus dos piernas con el objeto de impedir que un cáncer maligno continuara su avance y, por lo tanto, lo que vemos en el retrato es la mitad del cuerpo de un hombre, montado sobre una pequeña plataforma móvil, una patineta artesanal, de esas que suelen usar en nuestras ciudades quienes no tienen recursos suficientes para comprar una silla de ruedas,
Pero no es la condición del mutilado lo que hace a esta fotografía memorable. Lo importante en ella es, paradójicamente, que el personaje fotografiado lo menos que inspira es lástima o piedad. Todo lo contrario. Crisanto, que aparece vestido de domingo, pulcro e impecable -incluso podría decir que elegantemente colocado sobre su plataforma-, exhibe un rostro de satisfacción y plenitud, de equilibrio y bienestar, acompañado de una serena picardía, que nos hace olvidar de inmediato, o mejor, soslayar visual y afectivamente, su condición de minusvalía.
Quien mira a la cámara parece estar a la vez cómodo y feliz. Cómodo sobre un medio de transporte que obviamente domina a plenitud, y feliz de ser fotografiado por alguien a quien quiere, en quien confía y para quien posa sin pose alguna. El mismo personaje, la misma escena, en el mismo barrio, obviamente pudo haber sido fotografiado de otra manera. Destacando exactamente algo diferente. Por ejemplo, un hombre sin piernas envuelto en su fatalidad. Una víctima de la pobreza y de la exclusión del capitalismo. Una prueba del sufrimiento al que están expuestos los habitantes de los barrios pobres de la ciudad. Un documento de denuncia social.
Carlos Germán en cambio estaba fotografiando a un amigo, a un pana, alguien a quien conocía y apreciaba, una figura que algunas veces, los fines de semana, vela a lo lejos flotando en el aire mientras ascendía sobre la escalera del barrio como una marioneta gigante, con una sonrisa generosamente ebria dibujada en su cara, simplemente porque alguno de sus amigotes lo traía montado en los hombros, o sobre su cabeza, seguido por una cofradía de "prendidos", luego de una tarde de farra en alguno de los bares vecinos.
Era a ese hombre feliz a quien Carlos Germán quería retratar. No a otro.
II
Por eso digo, y no lo hago como un desplante, que en esa fotografía, la primera, queda ya registrado un programa que el autor cumpliría con rigurosidad. No hay una sola fotografía del conjunto de La Ceibita que no exhiba el absoluto desparpajo, la plena naturalidad, la agradecida confianza o, repito, la felicidad plena, con la que los fotografiados se exponen alojo del fotógrafo. Algo que sólo se puede lograr en la fotografía íntima o familiar.
Sólo que como el fotógrafo es un artista que intenta confundirse con su objeto, las fotos no tienen esa carga de pose, de abracémonos-porque-nos-vamos-a-retratar, que caracteriza a manera de un código universal a la fotografía de amigos, turística o familiar. En el programa de La Ceibita, la mayoría de la gente está en lo que está: jugando dominó, sentada en las esquinas donde el tiempo transcurre como en la sociabilidad de un club, jugando basketball, de visita en la casa de un amigo, o simplemente matando el tiempo en la nada, como se hace generalmente en el espacio irreductible de la amistad.
Pero, como siempre sucede en el oficio fotográfico, quien en última instancia lo decide todo es el ojo que mira, el encuadre elegido, la escena seleccionada como digna de ser fotografiada, el momento justo de activar el obturador. Y, en esta serie, quien fotografía ha elegido abiertamente una sola opción: fotografiar a quienes se conoce y se quiere, y hacerlo desde el punto de vista de su felicidad, sus afectos, sus querencias, su belleza, la que el fotógrafo-amigo cree que tienen.
III
Cuando vi por primera vez, hace ya 20 años, las fotografías de La Ceibita entré en un estado de entusiasmo en torno a un trabajo fotográfico que no se parecía en nada a lo que se cultivaba por entonces. No había en estas fotos intención pedagógica, ni de denuncia social. No se quería reivindicar, dignificar, edulcorar o mitificar a nadie. Ni generar conciencia social mostrando la vida en los barrios de la ciudad, ni jugar a "lo pobre es hermoso" o "en el barrio la vida es más generosa", con lo cual algunos populismos de izquierda intentan responder a las discriminaciones y arrogancias con las que ciertas capas medias y altas de la ciudad miran a los habitantes de sus barrios.
El barrio de Carlos Germán Rojas va a contracorriente con el imaginario del miedo, la amenaza, la promiscuidad, los harapos y la carencia al que hablan quedado asociados estos pequeños micromundos urbanos que fueron haciendo por su cuenta y riesgo la ciudad, una vez que el sueño petrolero se hizo promesa tangible en Caracas y esperanza única para millares de habitantes del empobrecido campo venezolano de los años 40 y 50.
En el barrio de Carlos Germán la gente es, sencillamente, gente, y el barrio, un espacio de la convivencia humana como cualquier otro. Los retratados comen, celebran, beben, bailan, se aman, se besan, juegan, conversan, se quieren, crían a sus hijos y sus madres los amamantan amorosamente como en cualquier otro lugar de la ciudad. Lo novedoso era verlo retratado. O mejor, que los Otros, los que no pertenecían ni se hablan aproximado a estas comunidades, lo vieran y de ese modo tuvieran el privilegio de acercarse sin prejuicios ni miedos, guiados por una mirada generosa a la que no le resulta para nada difícil encontrar la belleza en un lugar donde tradicionalmente s610 se habla querido encontrar tensiones.
IV
Mirado en el presente, aquel trabajo de Carlos Germán conserva intacta la vitalidad de entonces, sólo que ahora podemos verlo con más serenidad y menos deslumbramiento porque muchas disciplinas artísticas han ido produciendo acercamientos diversos al mundo de los barrios pobres de América Latina, llámense favelas en Brasil, villas miserias en Argentina o cualquier otra denominación.
La mirada de denuncia o .Ia de frío rigor antropológico fue abriendo paso a otras aproximaciones que apuntaban a revelar la riqueza de vida, que en medio de lo carencial, se encontraba presente en el barrio. El cine documental pasó del período de exhibición de la miseria, brillantemente desmontado en el documental Cazando pueblo, de los caleños Ospina y Maggiolo, a experiencias de nuevas valoraciones como El afinque de Marín, un tratado sobre la riqueza de la creación y la organización cultural en el barrio caraqueño de San Agustín, dirigido por Jacobo Penzo. Además, el acercamiento arquitectónico y urbanístico dejó atrás el obvio discurso del horror frente al caos del barrio, para empezar a indagar en sus hallazgos constructivos, en sus aciertos autogestionarios, así como también en nuevas formas de belleza y apropiación de los espacios que en su seno se habían generado.
En este nuevo contexto el trabajo pionero de Carlos Germán Rojas se dimensiona. A los aportes plásticos y al tipo de aproximación humana ya señalados, debemos agregar su valor etnográfico. En su conjunto, los retratos del barrio -más de cien he vuelto a ver- son un documento privilegiado para indagar en los modos de vida, creencias, modalidades de consumo y hábitos cotidianos de este grupo de pobladores caraqueños y, en general, de los venezolanos de aquel tiempo.
Tal vez sin proponérselo, Carlos Germán nos ha legado una mirada rigurosa de las modas utilizadas, los cortes de pelo, las camisas de marca, los tipos de bigotes, las formas y volúmenes de los cuerpos, la decoración y los adornos de las casas, los muebles, las características de los equipos de sonido, la ausencia o preeminencia de los televisores, los espacios laberinticos del barrio, la relación visual con los paisajes de las zonas vecinas, las formas variadas e intensas de la cercanía física interpersonal, el valor de la amistad, las ceremonias deportivas, el uso del tiempo de ocio, y por supuesto de los rituales más felices: matrimonios, 15 años, cumpleaños. Si tuviera que decirlo con el lenguaje de las ciencias sociales, y de modo muy especial del de la antropología -esa disciplina que siempre se ha Impuesto la obligación de mirar a otros tratando de que éstos no se sientan observados para que no alteren su comportamiento cotidiano-, podría concluir que nuestro fotógrafo ha logrado el milagro de vencer la Ineludible separación entre sujeto que observa y objeto observado. Y lo logró por la vía aparentemente más obvia pero menos visible para alguien que se Inicia en el arte fotográfico: la libertad de dejarse atrapar por lo cercano y aprender a mirar en lo Inmediato sin el rebuscamiento de lo exótico, lo trascendente o lo monumental.
Desde el punto de vista afectivo, Carlos Germán Rojas no hizo otra cosa que dedicarse a retratar amigos, pero al hacerlo construyó un lenguaje fotográfico que convierte, para repetir un lugar común, lo cotidiano en extraordinario, lo normal en excepcional. Desde el punto de vista documental, además, corre la cortina y por tanto ayuda a desmitificar, o a desprejuiciar, la mirada del barrio, y desde el punto de vista etnográfico, nos lega un documento excepcional que contribuye a esa tarea pendiente de terminar de comprendernos como pueblo y como nación, Prueba, por último, que la amistad como el amor, a pesar de lo Intangibles, si pueden ser retratados.
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Homenaje al maestro José María Cruxent / Galería de Arte Nacional
En lo región andino de los estados Trujillo, Mérida y Táchira, localizamos evidencias arqueológicos asociados o estos prácticos, toles como lo cerámico, lo elaboración de placas líticos, lo arquitectura lítico, los enterramientos, los terrazos de cultivo y los redes de intercambio simbólico-comercial con otros regiones del país. Topográficamente, los andes venezolanos presentan cuatro pisos altitudinales caracterizados por su alto contraste climático y vegetacional. Estas características propiciaron entre los habitantes de lo región patrones de asentamiento y actividades culturales diferenciados en cado uno de los ecosistemas. Los primeros evidencias de prácticos ceremoniales en lo región los encontramos en los sitios denominados Cueva de Cuchillo, cerco de lo población de Santo Ano, y Cueva Santo Domingo, cercano de Carache, noreste del estado Truiillo.
En ambas se hallaron enterramientos asociados a la cerámica de carácter votivo. Esto relación de entierros con objetos alfareros ha hecho que los arqueólogos consideren estos sitios como lugares ceremoniales, donde las comunidades acompañaban los entierros con ofrendas funerarias. Esta cerámica ha sido catalogada como estilo Santa Ana, caracterizada por sus formas naviformes y cuencos carenados, y por el uso de la pintura como técnica decorativa predominante, expresada en motivos en (S), combinados con incisiones, appliqué y modelado. Según la cronología de Cruxent y Rouse el estilo Santa Ana se ubica en el período II, que abarca desde los 1000 a.C hasta los 300 d.C.
La presencia del estilo Betijoque y el estilo Miquimú, ambos en Trujillo, evidencian un cambio en las manufacturas cerámicas y en el uso de otros materiales para la elaboración de objetos utilitarios y religiosos. De acuerdo a la cronología de Cruxent y Rouse ambos estilos serían relativamente contemporáneos. La cerámica Betijoque (170 – 420 d.C) se caracteriza por la pintura de trazos delicados y simétricos. Las investigaciones lograron identificar aspectos relativos al modo de vida, especialmente por el descubrimiento de un sitio de habitación con áreas destinadas a enterramientos en vasijas funerarias. En relación con el estilo Miquimú (650 d. C), ubicado en Carache, se ha determinado la presencia de objetos cerámicos utilitarios, representados por ollas y recipientes para alimentos y agua, y de alfarería ceremonial, representada por vasijas trípodes. Dentro del conjunto de objetos hallados en el sitio Miquimú se destaca un conjunto de placas líticas de las llamadas "alas de murciélago", asociadas a lo mítico-religioso Se incluyen también en la cronología del área de Carache, los estilos Mirinday y La Ermita.
El primero (desde el 1000 d.C. hasta entrada la colonización española) se caracteriza por la elaboración de platos, aripos, jarras globulares, cuencos con bases simples y vasijas trípodes. La Ermita, fue de corta permanencia y de escasas muestras cerámicas provocadas por los cambios introducidos por la conquista.
Adentrándonos en el estado Mérida, el área de la tierra fría, comprendida entre los 2.000 y 3.000 m.s.n.m., ofrece información referente a las prácticas cotidianas y ceremoniales. A este piso altitudinal se le asocia con la elaboración de cerámica simple, construcciones de cuevas y enterramientos con abundantes objetos votivos como placas líticas. En esta zona se haya también un sistema de terrazas agrícolas orientadas al aprovechamiento de las pendientes en las cabeceras de los ríos. Estos cultivos estaban acompañados de estructuras habitacionales, de "muros construidos con piedras dentro de los cuales presuntamente se colocaban objetos rituales para la protección de la casa". En esta zona las cuevas fueron espacios para prácticas ceremoniales en las que el chamán depositaba ofrendas representadas en figulinas de arcilla o talladas en piedra y alas de murciélago. Como parte del equilibrio cultural entre las distintas comunidades se realizaban rituales colectivos enmarcados en el culto al dios Ches, práctica religiosa dirigida por los "mohanes", quienes además de ser jefes religiosos, ejercían funciones económicas y políticas.
Ubicadas al noreste de San Cristóbal, en el estado Táchira, se hallaron terrazas de tierra para emplazar viviendas, zonas agrícolas, silos, depósitos y/o cementerios. En el sitio se recolectó información relacionada con la existencia de enterramientos, figulinas zoomorfas en azabache y cuentas de collar, asociadas a rituales funerarios.
Estas referencias pueden ser interpretadas como elementos susceptibles de explicar los vínculos existentes entre las prácticas ceremoniales y la vida cotidiana. Para las comunidades prehispánicas de esta región, cada actividad tuvo sentido en la medida que era representación de los mitos y del orden cosmológico “a favor de la integridad física y cultural de la comunidad y la defensa de la vida, la salud y la fecundidad".
Daniel Ramírez
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El Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO.
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