Es propio de los seres humanos sentir una profunda admiración ante la naturaleza, desde el inicio de los tiempos intentan descifrar los misterios escondidos en su interior, o simplemente se maravillan ante su belleza evidente, lograda por la armonía de colores y formas que varían según el espacio, el momento del día, la época del año y que permiten componer no uno, sino múltiples paisajes a lo largo y ancho de este mundo. No existe un solo paisaje, y para Ángel Milla también son muchas las posibilidades de representarlo, han sido distintas técnicas, materiales y soportes empleados, para poder capturar los escenarios de los caminos recorridos, ha sido la experiencia, los años de constancia en el proceso creador donde parecen revelarse ante el artista los secretos de la naturaleza, que hoy se muestran en las paredes de esta sala para el deleite del espectador. Es el paisaje visto e interpretado desde la versatilidad lo que ha determinado la impronta del artista, quien parece tomar de la propia naturaleza su paleta de color, tal como él mismo lo expresa a través de su poesía. “la tarde enciende en luz de oro, verdiazul en brisa dominguera, el prusia esconde su mejor sonrisa y el negro arropa la desnudez, sobre el blanco de Reveron” Angel Milla se ha reinventado constantemente en su trabajo artístico, dando lugar a una obra que se transforma sin dejar de ser fiel a su sello personal, una obra cargada de simbolismos, donde se evocan elementos de tiempos ancestrales, raíces de sociedades primitivas, presencias espirituales, mundos ajenos, masas flotantes, paisajes humanos desde lo erótico y lo biológico, reflejados a través de texturas audaces y una fuerte expresividad en el uso del color. El paisaje no es estático, es por ello que en la obra de Angel Milla, los pigmentos parecen cobrar vida a través del contraste y el movimiento, logrando acercar al espectador a los torrentes fluviales por donde nadan los peces, a las partículas de aire que emergen de las plantas, a las capas terrestres que se encuentran en el interior de los suelos y los cuerpos que flotan en el espacio exterior, a veces parece observar el mundo desde perspectivas aéreas y otras veces parece adentrarse con un lente microscópico a sus zonas más profundas, esto es posible gracias a la destreza, la sensibilidad y el espíritu investigador de quien ha dedicado la mayor parte de su vida al Arte y quien observa con especial acierto el vuelo de los pájaros durante el atardecer. Marysabel Milla
Prof. Historia del Arte y Diseño UNEY
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De acuerdo con una inquietante y discutible visión, donde se vislumbran todavía aspectos de la arrogancia estética y política de los pueblos “cultos”, los creyentes y los artistas devotos no ven mas allá de sus símbolos cuando estos no se corresponden con los que siempre han venerado y respetado; y se olvidan de que si comprendieran su real significado, éstos perderían el enorme poder y atracción que ejercen sobre sus vidas. Así, cuando los osados y desarraigados de los cultos tradicionales, buscan experiencias alternativas que satisfagan oportunamente y en este mundo terrenal sus necesidades físicas, materiales y espirituales, suelen construir sus ambientes y atmósferas propias, su universo ritual cargado de referencias míticas, acciones en las que adquieren relevancia propia y significados mágicos, las vidas y las historias aleccionadoras de personajes populares y/o conocidos, de carne y hueso que pasan a ser los llamados “muertos milagrosos”. Esta voluntad santificadora les impone a éstos un desarraigo y un confinamiento, una vida y un sentido que les resulta ajeno. Los incorpora en un tiempo y una historia que no les es propia, que no es común con sus propias acciones y con sus raíces, se les rodea de un halo mágico y sobrenatural que los convierte en hacedores de milagros, en entidades sobrenaturales que vienen a redimir sus culpas para poder ascender a los panteones eternos; vienen para hacer favores y prestar servicios de intermediación a quienes los invocan con fe y entusiasmo, ya sea de manera autónoma o personalizada o como integrante de las distintas “cortes”. Se produce entonces la llamada “firma del contrato” para el intercambio de favores, a partir de las ofrendas del creyente y devoto para el muerto milagroso. En este contexto, el tabaco, el chimó y los licores al gusto de los espíritus benefactores, junto con las flores y frutas y otras ofrendas, se convierten en vehículos propiciatorios para lograr la conexión espiritual que posibilitara la consulta y permitirá recibir el mensaje simbólico que dice y predice cosas, que impone mandatos y cambios de conductas y comportamientos para acceder al beneficio solicitado. Es a partir de estas conceptualizaciones y creencias particulares y apoyado en una profunda investigación, que Dixon Calvetti ( Puerto Cabello, Edo-Carabobo, 1.980) elabora sus propuestas plásticas en diversos medios y materiales; estableciendo muchas veces paralelismos y contradicciones con la labor del critico de arte, del curador y aun del mismo museo. El artista confiesa que su obra no responde solo a un proceso de experimentación con el chimó como materia pictórica, sino también a la vinculación con el mundo esotérico, con el culto a la Reina Maria Lionza en el cual participa como devoto y practicante. “ Comencé a experimentar el uso del chimó durante el tiempo que permanecí viviendo en la población de Ospino en el Edo. Portuguesa; fue parte importante de mi vinculación con la cultura del habitante de los llanos, con el entorno y el contexto geográfico. Inicialmente opte por su uso como una extensión y vinculación con el mundo espiritual, para sacralizar a los “muertos poderosos” y a los espíritus benefactores y lograr así el cumplimiento de las peticiones hechas en la búsqueda del bienestar en la salud, el amor y el trabajo. ...Como consecuencia de ese proceso ritual, surge la imperiosa necesidad de usar el chimó en mi proceso de experimentación y creación artística, dándole así un carácter sagrado a mí obra, consustanciado con mis creencias y las que invaden y pueblan el espacio físico y geográfico donde vivo.” Para lograr su propósito, el artista recubre las imágenes de yeso de los “santos” del panteón marialioncero, con una pasta de chimó mezclado con tierra y cola blanca, a la cual agrega posteriormente una combinación de poliuretano. Así se genera un proceso de vitrificación y protección de las imágenes, de Faustino Parra en esta ocasión, junto a un conjunto de bustos de otros espíritus benefactores. “...De esta manera satisfago mi preocupación por lo relativo a la conexión espiritual con el orden materico de la obra, para constituir una ofrenda ritual, una confirmación del concepto arte-vida, del dialogo espiritual que debe imperar en toda creación... de la persistencia -a través de todos los tiempos- de la relación estrecha que siempre ha existido entre el arte y la religión sea esta del tipo o tendencia que sea y sobre todo en el ámbito de lo popular; diluyéndose así la concepción entre el objeto artístico y el objeto místico o “santo” en nuestro caso, cuando opero como artista y oficiante....” Para Calvetti cada obra porta un lenguaje, es un sistema de escrituras a partir de imágenes y símbolos con significados cargados de la energía que aporta el chimó, usado además como materia pictórica; junto con la acción exorcizante y sanadora del tabaco a partir de su humo y sus cenizas y la acción purificadora lograda con las aspersiones directas de licor. Convierte así cada obra en materia densamente simbólica, religiosa, cosmogónica, transformándose de esta manera las obras destinadas a la contemplación estética en piezas objeto de religiosidad, de representación mística, de iniciación, de ceremoniales. La obra de Dixon Calvetti plantea entonces una acertada y dura reflexión sobre la religiosidad popular en Venezuela, a partir de la visión generada por la propia convicción del artista sobre el culto a Maria Lionza. Con un factor altamente significativo como lo es el hecho de contar con la comprensión y aprobación de la obra por parte de la colectividad popular, al ser esta testigo legitimador y muchas veces actor y cómplice de las acciones de los “muertos milagrosos”, canonizados y santificados por los propios creyentes sin ninguna influencia o determinación por parte de los poderes eclesiásticos tradicionales y socialmente aceptados. Rafael Principal Torres
San Felipe, Yaracuy /Noviembre de 2016 |
Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Archivos
Diciembre 2016
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