El maestro José Uranga nace en la población de Yaritagua en el año 1933. Desde muy pequeño mostró interés y pasión por el dibujo y la pintura, produciendo siempre admiración y sorpresa entre sus maestros, por la perfección de sus dibujos y el rico colorido aplicado. En su adolescencia se dedica al trabajo de pintor y dibujante publicitario, procurando siempre disponer del tiempo para copiar y recrear los paisajes del pueblo, rodeado de una vegetación exuberante de variadas tonalidades de verdes, bajo los intensos azules del cielo de un sol radiante. Una paleta de colores que la propia naturaleza le brinda a su visión observadora y crítica que, analítico, pausado y silencioso como es, le anima a llevar al lienzo las visiones que le rodean. Así comienza a construir un rico legado de imágenes paisajísticas, arquitectónicas y personajes populares (Saperoco, Zabaleta, la loca Aurora, Dolores Vizcaya junto a sus perros, a Guerere, entre otros) que actualmente nos permiten recordar un tiempo pasado importante en vivencias, tradiciones y recuerdos, que la modernidad malentendida se empeña en arrebatarnos. Pintor autodidacta, goza de gran popularidad en su ciudad y en la región, pues siempre en la pintura ha incursionado en variadas temáticas; como en retratos de gran realismo hechos a personajes reconocidos y destacados en el ámbito local y nacional; naturalezas muertas y flores, imágenes religiosas, escenas populares y los paisajes que rodean y conforman los espacios de su ciudad. Con muy buen manejo de los tonos del claroscuro, es también un excelente colorista, dibujante, detallista y conocedor de las diversas modalidades de la perspectiva. Desde el año 1962 inicia una tradición en los carnavales en Yaritagua, al crear sus famosos “muñecos de Uranga”, figuras gigantescas, de rostros exagerados y vestimentas estrafalarias, manipulados por los muchachos del barrio, que desfilan y bailan al son de la música festiva. Esto ultimo, como parte de su ambición y deseo de hacer del arte una experiencia participativa y comunitaria a la manera de obras monumentales donde la gente pueda ver reflejada la sensibilidad humana y la naturaleza en una especie de reconocimiento y critica personal. Desde mediados de los años 60 este personaje, sencillo, humilde y callado, ha realizado una exitosa carrera expositiva en todo el país; lo cual le ha generado una buena cantidad de reconocimientos y premios a nivel nacional y regional. Una vocación artística que, afortunadamente, encontró los cauces para producir una obra coherente con la naturaleza, sin las estridencias del modernismo y ciertas vanguardias mal entendidas, caracteriza al maestro Uranga; junto a un trabajo constante entendido como forma de vida. En esencia, un espíritu puro y generoso al cual esta institución ha querido brindarle un modesto reconocimiento con la celebración de esta muestra expositiva.
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Nace esta pintora en la ciudad de Caracas en el año 1946. Como ella misma se define, es “maestra de profesión y pintora por vocación”. Graduada como Maestra Normalista en el año 1963, comienza a incursionar en el dibujo y la pintura al valorarlos como importantes recursos para la enseñanza-aprendizaje y como estimulo para la creación para niños y jóvenes; siempre talentosos artísticamente pero no necesariamente bien orientados para la canalización de sus inquietudes. Así, con esta intención, inicia sus primeros estudios artísticos, con el maestro Gustavo Ecuer, entre los años 1973 y 1979; quien la orienta hacia la interpretación y creación en función del paisaje. Los rincones del Parque del Este y la montaña del Ávila, se convierten entonces en temas recurrentes en sus pinturas, motivación lógica en una ciudad sitiada por altos edificios que apenas permiten ver retazos del paisaje que la circunda. Su mudanza a Yaritagua, y particularmente a la población de Cambural, en el año 1.999 a partir de su jubilación como docente; le permite dialogar con el paisaje y la naturaleza en un ambiente diferente; donde los árboles, frutos y flores, invaden los espacios amplios de una casa solariega que invita al descanso y al mirar lejano; que convida a la observación cotidiana de los cambios y transformaciones del paisaje y sus elementos. Continúa así su formación artística en la Escuela de Artes Plástica Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto entre los años 1998 y 2001. Formación que aun hoy continúa en las áreas de Figura Humana, Cerámica, Creatividad y Acuarela, en una búsqueda de conocimientos y experiencias para nutrir y mejorar su trabajo. Ese trajinar, ese viaje constante le permite entonces ir descubriendo los paisajes a la orilla del camino: grandes palmeras que se elevan airosas sobre las montañas de fondo y en medio de un sembradío de caña dulce de verdes cambiantes. Las flores, los rincones de la casa y los frutos particularmente le ayudan a construir un paisaje nuevo, un paisaje escondido en el centro de la fruta ampulosa en los bordes y en las curvaturas de la superficie, que –como vistos en detalle- semejan la aridez de un desierto o un pequeño valle manchado de vegetación. Paisaje metafórico reconstruido a partir de un producto del paisaje real como es la auyama, tan cercano a nosotros en la tradición gastronómica, en el misticismo y como fruto sagrado que es capaz de procurar la limpieza y la purificación del ser y el ambiente al servir de receptáculo para atrapar las malas influencias. Un pausado colorido marcado por los verdes, ocres y azules en los paisajes, matizado con los rojos en la flores y amarrillos, verdes y ocres en los frutos, descubren a una artista metódica y analítica que asume la pintura como catarsis, como oasis necesario en la madurez de la vida. Desde el año 1977 ha mantenido una constante participación en actividades expositivas a nivel nacional. RPT / 2009
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2009
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