Reúne esta pequeña muestra que hoy nos convoca la visión de algunos profesores del Espacio Académico Diseño Integral de la UNEY, del acto creativo individual, el que se ejerce a dos manos y fuera del ámbito académico. Es entonces un encuentro de creadores en la desnudez de sus propuestas únicas, irrepetibles y con la contundencia que dan la pasión por lo que se hace y en lo que definitivamente se cree, que no es otra cosa que en la relación solidificada entre la imagen y la palabra. Las propuestas van desde la ilustración manual hasta la intervención digital, pasando por la pintura con distintas técnicas, la fotografía con las variables que da esta herramienta, la artesanía utilitaria y la instalación. De alguna forma, nos atrevemos a afirmar, que esto formara parte de la memoria visual de nuestra Universidad. Será una referencia ineludible para lo que vendrá, pues aquí lejos de los divismos clásicos que rodean el acto creador, se forja una mirada, que aunque múltiple, está amalgamada por la misma intencionalidad, la de comprender el diseño como un espacio para la integralidad. Isabel Garnica
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El maestro José Uranga nace en la población de Yaritagua en el año 1933. Desde muy pequeño mostró interés y pasión por el dibujo y la pintura, produciendo siempre admiración y sorpresa entre sus maestros, por la perfección de sus dibujos y el rico colorido aplicado. En su adolescencia se dedica al trabajo de pintor y dibujante publicitario, procurando siempre disponer del tiempo para copiar y recrear los paisajes del pueblo, rodeado de una vegetación exuberante de variadas tonalidades de verdes, bajo los intensos azules del cielo de un sol radiante. Una paleta de colores que la propia naturaleza le brinda a su visión observadora y crítica que, analítico, pausado y silencioso como es, le anima a llevar al lienzo las visiones que le rodean. Así comienza a construir un rico legado de imágenes paisajísticas, arquitectónicas y personajes populares (Saperoco, Zabaleta, la loca Aurora, Dolores Vizcaya junto a sus perros, a Guerere, entre otros) que actualmente nos permiten recordar un tiempo pasado importante en vivencias, tradiciones y recuerdos, que la modernidad malentendida se empeña en arrebatarnos. Pintor autodidacta, goza de gran popularidad en su ciudad y en la región, pues siempre en la pintura ha incursionado en variadas temáticas; como en retratos de gran realismo hechos a personajes reconocidos y destacados en el ámbito local y nacional; naturalezas muertas y flores, imágenes religiosas, escenas populares y los paisajes que rodean y conforman los espacios de su ciudad. Con muy buen manejo de los tonos del claroscuro, es también un excelente colorista, dibujante, detallista y conocedor de las diversas modalidades de la perspectiva. Desde el año 1962 inicia una tradición en los carnavales en Yaritagua, al crear sus famosos “muñecos de Uranga”, figuras gigantescas, de rostros exagerados y vestimentas estrafalarias, manipulados por los muchachos del barrio, que desfilan y bailan al son de la música festiva. Esto ultimo, como parte de su ambición y deseo de hacer del arte una experiencia participativa y comunitaria a la manera de obras monumentales donde la gente pueda ver reflejada la sensibilidad humana y la naturaleza en una especie de reconocimiento y critica personal. Desde mediados de los años 60 este personaje, sencillo, humilde y callado, ha realizado una exitosa carrera expositiva en todo el país; lo cual le ha generado una buena cantidad de reconocimientos y premios a nivel nacional y regional. Una vocación artística que, afortunadamente, encontró los cauces para producir una obra coherente con la naturaleza, sin las estridencias del modernismo y ciertas vanguardias mal entendidas, caracteriza al maestro Uranga; junto a un trabajo constante entendido como forma de vida. En esencia, un espíritu puro y generoso al cual esta institución ha querido brindarle un modesto reconocimiento con la celebración de esta muestra expositiva.
Nace esta pintora en la ciudad de Caracas en el año 1946. Como ella misma se define, es “maestra de profesión y pintora por vocación”. Graduada como Maestra Normalista en el año 1963, comienza a incursionar en el dibujo y la pintura al valorarlos como importantes recursos para la enseñanza-aprendizaje y como estimulo para la creación para niños y jóvenes; siempre talentosos artísticamente pero no necesariamente bien orientados para la canalización de sus inquietudes. Así, con esta intención, inicia sus primeros estudios artísticos, con el maestro Gustavo Ecuer, entre los años 1973 y 1979; quien la orienta hacia la interpretación y creación en función del paisaje. Los rincones del Parque del Este y la montaña del Ávila, se convierten entonces en temas recurrentes en sus pinturas, motivación lógica en una ciudad sitiada por altos edificios que apenas permiten ver retazos del paisaje que la circunda. Su mudanza a Yaritagua, y particularmente a la población de Cambural, en el año 1.999 a partir de su jubilación como docente; le permite dialogar con el paisaje y la naturaleza en un ambiente diferente; donde los árboles, frutos y flores, invaden los espacios amplios de una casa solariega que invita al descanso y al mirar lejano; que convida a la observación cotidiana de los cambios y transformaciones del paisaje y sus elementos. Continúa así su formación artística en la Escuela de Artes Plástica Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto entre los años 1998 y 2001. Formación que aun hoy continúa en las áreas de Figura Humana, Cerámica, Creatividad y Acuarela, en una búsqueda de conocimientos y experiencias para nutrir y mejorar su trabajo. Ese trajinar, ese viaje constante le permite entonces ir descubriendo los paisajes a la orilla del camino: grandes palmeras que se elevan airosas sobre las montañas de fondo y en medio de un sembradío de caña dulce de verdes cambiantes. Las flores, los rincones de la casa y los frutos particularmente le ayudan a construir un paisaje nuevo, un paisaje escondido en el centro de la fruta ampulosa en los bordes y en las curvaturas de la superficie, que –como vistos en detalle- semejan la aridez de un desierto o un pequeño valle manchado de vegetación. Paisaje metafórico reconstruido a partir de un producto del paisaje real como es la auyama, tan cercano a nosotros en la tradición gastronómica, en el misticismo y como fruto sagrado que es capaz de procurar la limpieza y la purificación del ser y el ambiente al servir de receptáculo para atrapar las malas influencias. Un pausado colorido marcado por los verdes, ocres y azules en los paisajes, matizado con los rojos en la flores y amarrillos, verdes y ocres en los frutos, descubren a una artista metódica y analítica que asume la pintura como catarsis, como oasis necesario en la madurez de la vida. Desde el año 1977 ha mantenido una constante participación en actividades expositivas a nivel nacional. RPT / 2009
Cuando veo una obra de Sergio, siento el viento soplar. Como en un paisaje con un mar amplio, lleno de vida, así es el trabajo de éste artista, que invita a la reflexión; con una atmósfera que se crea de una forma que, tocando lo ingenuo, a su vez propone una visión ecológica. Manchas y manchas, una rica paleta de colores y la línea como elemento conceptual primordial, expresan con su sinuosidad, tranquilidad, paz y libertad. En sus diferentes estilos de trabajo, Sergio expresa más que la intención de la perfección academicista, lo que es simbólico porque en su interior son los sueños, es el espíritu y es la libertad que como ser humano lo caracterizan. Mostrando dos etapas, éste artista expone la serie Feofitas que ha venido transformándose hacia la religiosidad cual triada Padre, Hijo y Espíritu Santo. Articula su discurso plasmando en los ejes vertical y horizontal, que hacen identificar sus pinturas, una cruz, cuatro puntos cardinales, arriba, abajo, bueno y malo. Lo sagrado y lo profano que se interpolan en el eje vertical de muchas de las obras de ésta serie, con el que se cruza el eje horizontal representando la vida y la muerte, dividiendo el lienzo en dos o cuatro espacios, los cuatro vientos por donde corre el espíritu libre del caballo salvaje, animal con el que abre otra faceta de su producción artística, más sobria pero sin olvidar la línea suelta y valorizada, con un claroscuro de carboncillos y tintas negras. El caballo ha sido objeto de inspiración y estudio de numerosos artistas, pero en ésta oportunidad, Rivero persigue -más que plasmar la majestuosidad anatómica del caballo-la intención de sus formas y contornos con líneas, ritmos y altos contrastes. Son varias las etapas en la obra de Sergio, en éste caso dos; pero todas las une, así como el hecho de ser producto de un mismo ser, la espiritualidad y libertad que guarda la esencia de Sergio Rivero. Ana Zerpa San Felipe, Octubre del 2009 Sergio Rivero Artista y educador integral, Rivero actualmente se desempeña como docente en la E.A.P. "Carmelo Fernández". Ha participado en diversas exposiciones colectivas en Caracas, Barinas, Lara, Portuguesa, Sucre, Yaracuy y en el 1 Salón Colombo-Venezolano en Chinácota, norte de Santander, Colombia. Asimismo ha tenido muestras individuales en la E.M. ''Blanca Estrella de Mescoli" (1998) y en el Teatro Andrés Bello, en el estado Yaracuy. Fue director de la AYAP, Asociación Yaracuyana de Artistas Plásticos y su labor como docente se extiende, siendo promotor de numerosas actividades culturales y educativas dentro del estado, así como instructor en talleres de Dibujo y Pintura dirigidos a niños y jóvenes dentro de la E.A.P. "Carmelo Fernández".
Precedido por doce años de nomadismo y sostenida indagación, el fotógrafo Rodrigo Benavides presenta un amplio conjunto de fotografías que refieren a la magnificencia geográfica y simbólica de los llanos venezolanos, fundamentalmente los estados Guárico, Apure, Barinas y Cojedes, construyendo así su propio mapa cultural. Las imágenes evocan una multifacética diversidad, ámbito donde el individuo y la naturaleza conforman una unidad matizada por las asperezas y bondades de la cotidianidad, las faenas domésticas, el cambio de las estaciones y el impacto del progreso. Tierra excelsa, improsulta según una versión criolla del latín non plus ultra para describir el mar interior que es el llano, nuestro llano, cuya impronta queda retenida en las imágenes del fotógrafo y en las crónicas escritas por el poeta Luis Alberto Crespo. Esta exposición, organizada por la Fundación Museos Nacionales y presentada en el Museo de Arte Contemporáneo en 2007, contó con el apoyo de la Alcaldía Mayor del Alto Apure y de la Fundación Centro Nacional de la Fotografía. En esa oportunidad la muestra estuvo constituida por 151 fotografías, agrupadas en doce núcleos de contenido denominados El ser, el hato, El paisaje, El sombrero, Símbolos, Transporte, El caballo y la fauna, La luz y el progreso, Naturalezas muertas, Es tiempo de que vuelvas, El domador y De vaquerías. Ahora en octubre de 2009, el Museo Carmelo Fernández presenta una selección de 103 fotografías correspondientes a nueve de esos núcleos. Fundación Museos Nacionales Museo de Arte Contemporáneo
ÁNGEL MILLA, PAISAJES VIVENCIALES, PAISAJES METAFORICOS, 50 AÑOS EN LA PLÁSTICA VENEZOLANA.11/9/2009 50 AÑOS EN LA PLÁSTICA VENEZOLANA El inmenso árbol que puebla el espacio muy cerca, casi frente a su casa; la luz que entra como torbellino descubriendo los fantasmas del taller y una montaña eternamente verde, pueblan el diario camino de Ángel Milla. Siempre ha sido así, después de explorar los espacios clásicos pero a veces gélidos de las grandes capitales europeas; en un camino de búsqueda y reconocimiento de las lecciones de arte aprendidas en las clases prácticas y también retóricas de los viejos maestros de la ahora cincuentenaria Escuela de Artes Plásticas “Carmelo Fernández”. Luego, un tiempo en el reino de los mexica y teotihuacanos, poblando sus imágenes con el rojo y el azul de los pueblos prehispánicos junto a las mariposas o papantl y las serpientes con las plumas del quetzal elevadas a la condición de dioses. La vuelta al país de sus orígenes lo reencuentra con su calor, sus colores, sus contrastes, sus mitos y un paisaje de permanentes misterios y secretos pero siempre el mismo paisaje; el que ahora en esta muestra fragmenta y satura el espacio con los colores de siempre: rojos, verdes, azules, amarrillos, ocres que a la vez se interconectan para producir diversas formas: manchadas, rasgadas, esgrafiadas. La experiencia genera nuevas formas y 50 años en la plástica nacional le permiten arriesgarse. Salud y éxitos. R.P.T 09/09 En esta tarde de pájaros, elucubrando someramente mis inicios en el largo trajinar de una aventura que ya llega a los 50 años y más, en la práctica telúrica de la enigmática y subjetiva creación de las artes plásticas; llegan a mi memoria pasajes vivenciales llenos de formas, colores y líneas que, entrelazados, han conformado a través del tiempo ciertas lecturas visuales; lecturas que son el producto del incansable y tesonero trabajo artístico. Los mismos quizás se transparentan debido a un accidente isquémico –cerebral sufrido en los pasados años. Con una recuperación muy rápida que no afectó para nada mi labor creativa. La misma ha seguido su curso normal dentro de los parámetros habituales y complejos que caracterizan esta delicada labor artística. De manera que los recuerdos, a través de estos largos años, permanecen intactos permitiendo así el poder exteriorizar mis vivencias creativas para los amantes de esta noble actividad. El trabajo que hoy muestro a consideración del público, refleja las diferentes ópticas o formas de interpretar una obra paisajística. La misma que demuestra ese largo paseo por la mágica e inefable naturaleza, preñada de imágenes fascinantes; las cuales han logrado dar a mi espíritu el alimento necesario para poder soportar con creces y estoicismo este largo e inenarrable recorrido estético. Indudablemente que el amor desmedido, la querencia entrañable y la mesura y la buena disposición en el quehacer plástico; así como el conocimiento de las diferentes técnicas aplicadas y la perseverancia en la búsqueda de soluciones posibles que originen como tal mi propia impronta, han hecho posible el logro de una nueva factura en cuanto a calidad se refiere; y la posibilidad, a través de la experimentación, de abordar ciertas propuestas valiéndome para ello del uso de materiales diversos y disímiles aplicaciones abriendo así la posibilidad de nuevo “ismos” plásticos y lecturas diversas en la creación contemporánea. El arte, a mí entender, abrió muchas puertas en mi camino: puertas de crecimiento espiritual, entre ellas el campo de la literatura a través de la poesía. El mismo arte me abrió la posibilidad de poder entender un poco más a mis semejantes, sus virtudes y también sus defectos. En suma, deberíamos entender que el arte no solo hermana al hombre dentro de una sociedad, si no que también lo aferra a la tierra a la cual pertenece, enraizándolo a su propio mundo, con sus miserias y grandezas. Para terminar esta modesta nota, quiero decirles que el arte, es un factor de convivencia social y si alguna vez se llegara a lograr la paz del mundo, sin lugar a dudas que el arte seria una de las fuerzas fundamentales en el logro de ese ideal. Ángel Milla San Felipe, Septiembre, 2009
…Mercedes Virginia Ochoa le ha dado vida en sus obras a innumerables escenas de contenido religioso, propio de los creadores populares, quienes a través de su arte, son portadores de nuestra historia, costumbres, manifestaciones y creencias. Al mismo tiempo recrea personajes con cierta nostalgia, sin olvidar los paisajes rurales en donde resalta las humildes actividades laborales de los habitantes de la zona. En sus pinturas vemos un ingenioso juego de profundidades que evidencia lo distante y lo cercano, demostrando gran dominio de las perspectivas y equilibrio compositivo… Ramón Caracas M. Catálogo Galería Red de Arte / Yaracuy / Junio 2008. El texto anterior define muy acertadamente el trabajo pictórico de Mercedes Virginia Ochoa. Son expresiones de una vida que ha estado signada por el trabajo, el temple, la voluntad y la fortaleza para enfrentar las dificultades que involucran al hecho de vivir. Nacida en la población de Boraure en 1936, reside en Marín desde los 10 años, cuando se trasladó allí con su madre Agustina y sus hermanos. Trabajadora incansable, madre y padre a la vez, ha incursionado en las labores del campo, además de haber tenido en años anteriores una activa participación política y de dirigencia gremial y comunitaria. … Y aun así, a pesar de las múltiples actividades, siempre tuvo tiempo para ver el paisaje del campo, las faenas agrícolas el paisaje rural, el río con su cascada, ahora trasladadas al lienzo en una visión integradora, aérea, que jerarquiza los espacios en planos horizontales desde arriba hacia abajo, al estilo de los pintores chinos y japoneses de la antigüedad. Esta jerarquización, también la aplica en algunos de sus cuadros de inspiración bíblica, donde los profetas y santones aparecen siempre de mayores dimensiones y ubicados en la parte superior y al lado izquierdo de la obra. Debe reconocerse entonces en la obra de Virginia Ochoa, nombre con el que siempre la he conocido, una composición, pincelada y policromía muy ingenuas, como corresponde a su condición de pintora autodidacta; que llega a este medio expresivo como una opción terapéutica luego de un proceso de enfermedad que le afecto en su desempeño físico. Pero del cual, progresiva y lentamente se recupera de manera exitosa, gracias a esa alianza de la voluntad férrea que siempre la ha caracterizado con el ejercicio de la pintura, la lectura y el conocimiento de ciertas tradiciones, leyendas y relatos bíblicos. La honestidad que vemos en su obra, se traduce entonces en una producción artística autentica, con una carga emocional y de expresionismo “lírico”, si cabe esta expresión, libre de gritos estentóreos y dramas alucinantes. Basta con ver el retrato de su madre Agustina, y las obras “Las Tres Hermanas” y “Cristo” para adivinar un inconformismo y sentimientos dolorosos soterrados, presentes en su vida y transmitidos al lienzo. Es valedero, con esta exposición, hacer un tributo y un recuerdo a Cirilo Mendoza, de cuya muerte se cumplen ahora 5 años, quien la estimulo a ella, a su hija y a otros jóvenes artistas de Marín, a explorar este camino del arte. R.P.T. 07-09-2009
Victoria Proaño Desde el año 2000 he venido realizando una serie de trabajos sobre investigaciones e interpretaciones personales sobre María de la Onza, donde descubro la necesidad de comunicar mi expresión ante las visiones, la creencia local y urbana con respecto a los mitos y leyendas de Yaracuy. De esta manera poco a poco el ambiente de mi oficio, se ha entrelazado con elementos llenos del azar místico y empiezo el camino en búsqueda de una imagen. Es aquí donde un busto de yeso se convierte en mil piezas por día creadas a la distribución como icono mundial lleno de creencias, un producto que vende y promete “fe”, esta es la rutina de una de las mayores fábricas de imágenes religiosas del estado Yaracuy entre muchas del interior y el exterior del país. Este busto es la principal imagen de referencia de la Reina María de la Onza, parto de este elemento producido en serie a nivel industrial y lo traslado a otros lenguajes, donde inmediatamente se inicia un camino lleno de colores, visiones, relatos, miedos, cultos, texturas, ofrendas, fotografías, telas, plásticos y el pulso de mi mano. A partir de allí empieza una exploración donde el rostro de la Reina María de la Onza se convierte en un collage con una variedad de materiales que reflejan la inquietud de encontrar una identidad que se transmuta con la comunicación, con la manifestación heterotopica de pinturas, que conforma una muestra que determina una apuesta por una pintura de aciertos, misticismo y textura a la influencia de otros enlaces. En el origen de esta serie se encuentra mi curiosidad por el nacimiento de un todo, mi inclinación por un pensamiento, mi fascinación por las imágenes y la utilización del medio pictórico como canal, como un recopilado de estímulos e intereses diversos, óptimo para la manifestación de las sutilezas que se acumulan en las hendiduras entre lo obvio de un cuerpo y otro, en un plano mas concreto en el principal pensamiento de mis obras hay una radical asunción de la imagen como referente y como límite, donde mi ojo actúa como un elemento que me separa entre los acontecimientos y el yo; los retazos de un todo se convierten en un instante en una modulación inquieta, estas imágenes registran huellas de un cambio que mi ojo no veía, me presenta la afloración de una rareza de la imagen congelada que se hace en el otro yo de la obra pintada. Mis obras caminan desde un mundo celular a otro mundo celular, en una evidencia de energía-imagen, en un arsenal lleno de materia, luz, color, movimiento, tiempo, y la representación donde la transmutación de una imagen-visión, en una visión-luz y en una luz-tiempo, me responde que es este camino que me introduce en la transformación de la naturaleza de la imagen que es la misma y nos transforma.
Rastros y rostros de la poesía La propuesta de pintar o representar a un poeta, su escritura, advierte cierta desconfianza, tal vez alguien imagina a un grupo de pintores elaborando fieles retratos apegados a la realidad que los circunscribe, pero de lo que se trata aquí es de reflexionar, analizar, penetrar, de hacer propia una obra textual, una escritura, para luego representar un mundo nuevo de descubrimientos en la palabra del poeta, que no se encontrarán jamás con el ensayo escrito. Estos pintores reunidos, poetas algunos, han logrado encontrar las filiaciones específicas entre el lenguaje poético y el lenguaje plástico, se han adentrado en su escritura hallando en su resplandor la representación del mundo, o del poeta, a través del bullir de imágenes dentro de las páginas de sus libros, algunos se conocen lo bastante bien. Otros se arriesgan a levantar algún pedazo de sí mismos entre el desorden de sus talleres; bien se manejan los que, con conocimiento del poeta, saben idear un discurso plástico al amparo de la obra escrita, como el caso de Mieses, Curiel, Duno, Solano. Correa, Lobo, Sánchez, Contín, en los que puede sentirse cómo se han dejado influenciar por la palabra que les tocó pintar. Aquí no hay títulos, sólo un breve epígrafe acompaña las obras como testigo de la conjunción entre arte y poesía. Antony Alvarado En par La poesía asume la voz de lo invisible. La pintura logra la figuración del espacio, el movimiento. Una es expresión de lo fugaz y de lo permanente. Otra anhela atrapar el instante de eternidad en una forma; o en lo ausencia de ésta.; la realidad que el pintor infunde o sus trazos hace residencia, es eco en la voz de los poetas, o bien, la palabra del poeta tiene el ojo puesto en la propuesta visual del artista plástico. De vinos, canciones, prolongados silencios y reencuentros está hecha lo relación entre éstos en Coro. Se les suele ver en esas tertulias que se don en algunos patios; hendijas que se abren entre los calles para que entren ellos y liberen la palabra y la figura, al amparo de un cují frondoso con trinitarias moradas encima, un soplo desmayado es lo que llega del mar mientras dialogan. Están regadas por allí unas sillas de enea y llegan otros y se sientan a oír, asiduos de la bohemia y el habla cotidiana; el rasgueo de la guitarra no demora, un bolero pronto se deja oír; cocuy de inmediato paro clarear lo voz piden y llaman al encanto, antes que el trasgo, como gustan algunos Ilamar a la imaginación, aparezca. La palabra va y viene por el recinto, ya los pintores obran con el ojo el espacio, cautivos, atentos a cuanto se mueve o no, o bien, presienten que "algo" está por Llegar, los poetas lo escuchan venir y ya es noche, el cielo abre su bóveda. Delgadito por la puerta se cuela el viento como baraja o corta prometida, a los poetas la voz se les acalla, ebrios por hacer el poema cruzan yo la esquina, los espera la página o el cuerpo; seguro. Los pintores se marchan por donde vinieron, al fondo está el taller con los potes de pintura abiertos, es temprano aún para que aparezcan las primeras manchas del cuadro. El diálogo continúa unos cuadros más adelante, llega al centro, sigue de largo hasta el museo y se instala en la sala, es esto: instantes de una misma luz compartida. César Seco
HUELLAS, recrea la presencia ancestral plasmada sobre las duras rocas que sobreviven en laderas y faldas de las montañas nirgueñas, a espaldas de la edad y el tiempo que las circundan. Las piezas están trabajadas con técnica mixta texturizada y mezclas acrílicas sobre soporte de cartón-piedra. El tema está basado en los petroglifos registrados en hallazgos realizados por la fundación Jiraharas de Nirgua, en diferentes sectores del municipio Nirgua, en el estado Yaracuy, sin que exista hasta ahora un estudio arqueológico que pueda aportar información en cuanto a datos importantes sobre sus característica, significado, formas y herramientas utilizadas, entre otras cosas. Sin embargo, las figuras antropomorfas y tal vez astrológicas, podrían hablarnos de costumbres, ritos, ceremonias, de su relación con la naturaleza y el Universo, de su esencia. Es esto lo que llama al respeto por los grabados que cuentan una historia, que están pidiendo a gritos que se les cuide y se les deje de ver como simples líneas y trazos sin sentido, por que su significado va más lejos, en la profundidad y complejidad de una cultura sobre la que poco nada conocemos, y lo que de alguna manera ha inspirado un trabajo artístico que pudiera decir. “Aquí estamos, somos tus raíces, descifra el mensaje, sigue nuestras huellas hasta encontrarnos”
“Dios geometriza” Atribuido a Platón. Hablar sobre mi trabajo visual, no me resulta nada fácil, a la hora de revisar lo que he ido realizando a través del tiempo. Desde mis inicios, en mí se revela un claro interés, por todo aquello que ha estado referido a la imagen, al dibujo, o al gusto simple y sencillo por la línea y la realidad que para mí, ésta representa. En un principio fue el verbo, pero en mi caso particular fue el papel de libros y cuadernos, intervenidos en las aulas del Liceo “Arístides Rojas”. Luego aparecen los elementos de expresión plástica, recibidos durante mi proceso de formación, en la Escuela de Artes Plásticas “Carmelo Fernández” de mi ciudad natal. Adentrarse en éste recorrido de vida, es como quitarle la piel a los pasos andados, haciendo que la visión de lo primigenio se devele ante mí, para interpretar forma e imagen dentro del plano, y del espacio asumido como tal. En mi trabajo, y debo decirlo, he llevado adelante un discurso plástico libre, sin más compromiso que el disfrute que me proporciona lo que hago, muchas veces con saltos angustiantes, pero luego retomados con calma y esa fuerza de convicción, que me han dado los resultados. Alternar visiones de épocas pasadas, ha sido en todo caso parte de mi formación, lo que indudablemente involucra, mi apreciación y evolución personal, dentro del concepto plástico por el que me ha tocado transitar. A lo largo de estas etapas, he ido percibiendo simbologías referidas a íconos del arte universal, lo cual me ha permitido relacionar imágenes, estructuras y composición, convertidas en alternativas válidas de interpretación y reflexión por lo observado. Dentro de este concepto, he podido apreciar dentro de la pintura románica, una importante referencia estética inscrita en el tiempo. La estructura compositiva de sus planos, los dorados impregnados de religión, pasando por obras emblemáticas del Renacimiento, o un Andrea Mantegna y su Cristo en perspectiva. La luminosidad cromática de Goya, así como el nuevo y asombroso Renacimiento de la figura humana, en Francis Bacon, Alberto Giacometti, Paul Klee, Graham Sutherland, o la posibilidad real del objeto presente en Marcel Duchamp, todos estos acompañados por el convulso expresionismo de Soutine, Joseph Beuys y otros. Por otro lado, el trópico de devenido en luz y redención de los venezolanos Armando Reverón, Otero, Jacobo Borges, Alirio Palacios, Gego. Los creadores, muchas veces hemos tenido admiración y querencias, por ciertas referencias visuales asumidas como realidad en la pintura y objetos de Antonio Lazo, Samuel Baroni, o el portentoso dibujo de Edgar Giménez Peraza. Yo celebro en mi particular modo de ver, esa otra visión del plano y de la imagen, que se muestra desde hoy, en el Museo “Carmelo Fernández” de San Felipe. Asumo el espacio y el plano, así como sus consecuencias, fijo el trazo y abro el surco sobre el soporte, eso me permite intervenir el plano, con materiales tan disímiles como el petróleo sobre la madera, o materias silentes como la pintura industrial, las cuales adquieren vida propia ante la línea hecha dibujo y su circunstancia. Puedo así repetir una y mil veces, ese gesto audaz de la imaginación, sobre la superficie intervenida, desgarrando el papel, la tela o cualquier otro soporte, de la realidad hecha textura. Dentro de ésta apreciación, no puedo dejar de mencionar la importancia que para mí, ha tenido el plano geométrico, convertido en volumen y abstracción. Dentro de la escultura y su tridimensionalidad, he ido desarrollado algunos proyectos referidos a la plenitud de la forma, provista de una interpretación a través del plano y su impacto vertiginoso al abrirse ante él espacio. Como creador visual puedo afirmar, qué es esencial participar de los nuevos lenguajes de expresión plástica, la fotografía, el video, o la PC, los cuales son aportes fundamentales que tanto el arte moderno, como el arte contemporáneo, nos han permitido apreciar. Podemos encontrar semejanzas y diferencias de la obra remitida en un tiempo y espacio determinado, o en sucesivas épocas, pero es el discurso, el concepto y el desarrollo estético, lo que a fin de cuentas importa. Apreciamos así un abstraccionismo geométrico puro, en el trabajo de Torres García, o la simplificación del plano seccionado del larense Carlos Medina, la soledad manifiesta en la obra de Edward Hopper, o en las nuevas generaciones de creadores como: Nelson Garrido y su Estética de la Violencia, Adrian Pujol, Patricia Van Dalen, Adonay Duque, Meyer Vaisman, Molina Pantin, Daniel Medina, Javier Téllez, Lihie Talmor, quienes con un lenguaje plástico irreverente, y un discurso propio, asumen su tiempo y ya. La esencia del arte está en la propia naturaleza, y en la reflexión que de nuestro tiempo y entorno podamos hacer. Otras etapas vendrán superando las anteriores, para maravillarnos y ser parte de ella. Yo reflexiono mi tiempo y lo comparo con otros tiempos, ello nos hace pertenecer a una generación y a un compromiso con nuestra propia existencia, con nuestra propia vida, y con nuestra forma de ver lo de ayer y comprender lo de hoy. Wilkar Ríos. 2009
DIXON CALVETTI |
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Iván Castillo
Explosión de Color
Rómulo Mújica
Esta es una historia larga y hermosa, como las colas de los papagayos que explotan de colores al pie del cerro “La Matica”. En un paraje cercano llamado Hato Viejo vive Iván Castillo, donde el hombre creador, junto con sus apuros y paciencias, brega poniéndose el sol sobre sus hombros y juntándolo al sudor de su cuerpo. Es una historia de sueños y ensueños, que se tejen y destejen según el color del sol, según el brillo de una luna cómplice y según la esperanza y la fe del hombre sencillo y humilde, lleno de amor y a la espera de un mañana llena de colores y canciones de Alí Primera.
Amigo de hombres callados unos, habladores otros, que va saludando con calor humano por las calles rectas y largas de Yaritagua; de donde toma las ilusiones de sus habitantes rodeado del calor indescriptible de sus cañaverales y sus conucos de maíz. Iván Castillo, pintor autodidacta de gran trayectoria artística, destaca en sus obras la figura humana junto a bucólicos paisajes en espacios abiertos prestos para el trabajo.
Iván, en su trabajo artístico, mezcla y enlaza sus colores como serpentinas de un eterno carnaval de pueblo, sus azules y amarillos junto a los tonos de tierra, ocres y blancos, dándole tonalidades azuladas y ocres en la piel de sus figuras, tonos amarillos intensos como si a la vez la luna los iluminara. Sus soles, siempre colgados en los cielos de azul intenso, casi llegan al blanco. Los rojos de sus flores son tan explosivos que casi llegan a un abstraccionismo lírico y poético.
En la obra de Iván Castillo las figuras son tranquilas, reposadas, de rostros enérgicos, de dulzuras sonrosadas, de hermosos ojos alargados, de miradas tristes y fijas en “un no se qué”; de sensuales bocas rojas, alargadas y calladas como las figuras de Amadeo Modigliani. O como las de Emerio Darío Lunar, con siluetas de miembros alargados, llevando siempre en sus manos instrumentos musicales, violines, flautas.
Son figuras sumergidas en aguas quietas, cuerpos desnudos contemplados por extasiadas mariposas de mil colores que revolotean en su honor. En homenaje a la reina yaracuyana María Lionza, coronada con ramas de verde oliva; con gargantas de aguas cristalinas y retazos de cielo azul que pasan tras ellas casi como un telón de fotógrafo de plaza.
Son figuras que están siempre a la espera de la mirada complaciente y la palabra de Iván, esperando junto a el una visita para conversar con las muñecas de Armando Reverón una serenata nostálgica, casi triste, de Alí Primera.
Así termina el comienzo de este encuentro con Iván Castillo, con sus colores explosivos, sus figuras, su constancia y su sensibilidad. Allá en Hato Viejo. Siempre colgando de un sol o de una luna bajo un cielo siempre azul.
Yaritagua, Enero 2009
Esta es una historia larga y hermosa, como las colas de los papagayos que explotan de colores al pie del cerro “La Matica”. En un paraje cercano llamado Hato Viejo vive Iván Castillo, donde el hombre creador, junto con sus apuros y paciencias, brega poniéndose el sol sobre sus hombros y juntándolo al sudor de su cuerpo. Es una historia de sueños y ensueños, que se tejen y destejen según el color del sol, según el brillo de una luna cómplice y según la esperanza y la fe del hombre sencillo y humilde, lleno de amor y a la espera de un mañana llena de colores y canciones de Alí Primera.
Amigo de hombres callados unos, habladores otros, que va saludando con calor humano por las calles rectas y largas de Yaritagua; de donde toma las ilusiones de sus habitantes rodeado del calor indescriptible de sus cañaverales y sus conucos de maíz. Iván Castillo, pintor autodidacta de gran trayectoria artística, destaca en sus obras la figura humana junto a bucólicos paisajes en espacios abiertos prestos para el trabajo.
Iván, en su trabajo artístico, mezcla y enlaza sus colores como serpentinas de un eterno carnaval de pueblo, sus azules y amarillos junto a los tonos de tierra, ocres y blancos, dándole tonalidades azuladas y ocres en la piel de sus figuras, tonos amarillos intensos como si a la vez la luna los iluminara. Sus soles, siempre colgados en los cielos de azul intenso, casi llegan al blanco. Los rojos de sus flores son tan explosivos que casi llegan a un abstraccionismo lírico y poético.
En la obra de Iván Castillo las figuras son tranquilas, reposadas, de rostros enérgicos, de dulzuras sonrosadas, de hermosos ojos alargados, de miradas tristes y fijas en “un no se qué”; de sensuales bocas rojas, alargadas y calladas como las figuras de Amadeo Modigliani. O como las de Emerio Darío Lunar, con siluetas de miembros alargados, llevando siempre en sus manos instrumentos musicales, violines, flautas.
Son figuras sumergidas en aguas quietas, cuerpos desnudos contemplados por extasiadas mariposas de mil colores que revolotean en su honor. En homenaje a la reina yaracuyana María Lionza, coronada con ramas de verde oliva; con gargantas de aguas cristalinas y retazos de cielo azul que pasan tras ellas casi como un telón de fotógrafo de plaza.
Son figuras que están siempre a la espera de la mirada complaciente y la palabra de Iván, esperando junto a el una visita para conversar con las muñecas de Armando Reverón una serenata nostálgica, casi triste, de Alí Primera.
Así termina el comienzo de este encuentro con Iván Castillo, con sus colores explosivos, sus figuras, su constancia y su sensibilidad. Allá en Hato Viejo. Siempre colgando de un sol o de una luna bajo un cielo siempre azul.
Yaritagua, Enero 2009
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Edgar Giménez Peraza, hoy más que nunca, sigue siendo una de las grandes figuras de los artes visuales, por esa riqueza llena de profundo humanismo que caracteriza su obra, con toda la fuerza de su expresión plástica, dejándola como legado imperecedero a su país. Para honra de todos nosotros, este VI Salón de Artes Visuales que lleva su nombre, reúne el talento venezolano que demuestran la riqueza y variedad del trabajo artístico producido por nuestros propios valores que trascienden las barreras geográficas y promueve la solidaridad, amor y paz entre los pueblos. Los colores, las figuras, las líneas y toda la máxima expresión del arte, se unen a esta muestra para que los espectadores puedan apreciarla y extasiarse en estos signos de la belleza humana con la idea de darle el significado a cada una de las obras que las diferentes propuestas, tendencias y representaciones sean verdaderas y validas. Celebramos orgullosos este encuentro donde vemos en cada pincelada expresión genuina del talento y la versatilidad del arte concebida por virtuosos creadores a quienes queremos reconocerles, una ves mas, a todos los artistas sin exclusión alguna, la meritoria y plausible labor proyectada en el tiempo y en una institución, como el Museo Carmelo Fernández, que cada día trasciende a pasos firmes dentro y mas allá de nuestras fronteras.
Dip. Henrys Lor Mogollón
Presidente del Consejo Legislativo del Estado Yaracuy
Apertura: 15 de Mayo 2009
Clausura: 21 de Junio 2009
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Presidente del Consejo Legislativo del Estado Yaracuy
Apertura: 15 de Mayo 2009
Clausura: 21 de Junio 2009
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La fotografía no es solo un papel con imágenes, es algo más profundo, es la mirada, la mente y el corazón en una comunión, donde confluye la creatividad natural, de aquel que acciona un click para dejar allí un testimonio, bien sea documental, noticioso o artístico-creativo.
Ver, no es mirar, ni mirar es ver, es más bien una acción del vouyerismo, por decirlo así; porque detrás de la acción de “hacer” imágenes hay un autor y un lector (mirón) que esta al frente de esa imagen realizada, es el producto final de la acción de “mirar”.
Queda allí plasmado para la historia, la lectura y la observaron, ese sentir profundo que llevamos todos por dentro, los que según varias interpretaciones realizan los cazadores de imágenes.
Rómulo Ollarve
Exposición “Tres mujeres compartidas”.
Junio 2008
Ver, no es mirar, ni mirar es ver, es más bien una acción del vouyerismo, por decirlo así; porque detrás de la acción de “hacer” imágenes hay un autor y un lector (mirón) que esta al frente de esa imagen realizada, es el producto final de la acción de “mirar”.
Queda allí plasmado para la historia, la lectura y la observaron, ese sentir profundo que llevamos todos por dentro, los que según varias interpretaciones realizan los cazadores de imágenes.
Rómulo Ollarve
Exposición “Tres mujeres compartidas”.
Junio 2008
Mariela León
Una mujer hecha Fotograma
Hija de Chivacoa, estado Yaracuy, ha sabido responder
con creces la responsabilidad de retratar los instantes
de la historia y en las páginas de los medios de
comunicación impreso de mayor circulación en
Yaracuy y Venezuela.
Una mujer hecha Fotograma
Hija de Chivacoa, estado Yaracuy, ha sabido responder
con creces la responsabilidad de retratar los instantes
de la historia y en las páginas de los medios de
comunicación impreso de mayor circulación en
Yaracuy y Venezuela.
Su pasión por la fotografía la ha llevado a destacarse a través de especializaciones en el área de reporterismo gráfico en cursos y talleres sobre la fotografía como noticia, dictado en el IUTI en 1990; fotografía en blanco y negro, en la biblioteca Félix Pifano en 1990; revelado color y blanco y negro en Editorial Yaracuy al Día en 199; fotografía en medios impresos, en el Museo Carmelo Fernández y fotografía digital, en el Diario la Costa de Puerto Cabello.
Su experiencia laboral se reflejó en la Gobernación del Estado Yaracuy como fotógrafo III, así como en la revista dominical Pérgola, Diario Yaracuy al Día, Diario la Costa, Diario el Carabobeño y en el Diario de Yaracuy, medios donde se ha destacado como reportera Gráfica.
Su experiencia laboral se reflejó en la Gobernación del Estado Yaracuy como fotógrafo III, así como en la revista dominical Pérgola, Diario Yaracuy al Día, Diario la Costa, Diario el Carabobeño y en el Diario de Yaracuy, medios donde se ha destacado como reportera Gráfica.
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Clemencia Labin Pluralidad y estatutos independientes
En 1992 Clemencia Labin realiza su debut como artista en Caracas. Con motivo de esa primera exposición se exhibieron en los espacios de la Sala RG de la fundación Celarg, un amplio número de obras que se distanciaban radicalmente de las formas y los temas tratados por los artistas venezolanos del momento. Se trataba de pinturas con formato de cajas llamadas cajas mágicas, grandes y pequeñas, agrupadas de acuerdo a diferentes órdenes, algunas estaban dispuestas en fila sobre el piso, otras dispersas sobre la pared. La distribución de estas cajas pintadas, aparentemente aleatoria, postulaba un discurso en sí mismo ya que abordaban el espacio arquitectónico en su totalidad, convirtiéndolo en continente de todas ellas como si de un solo cuerpo hecho de la noción de muchas partes se tratara. Sin embargo no llegaba a constituirse como un espacio propiamente instalativo. Además de las especificidades de la obra también la personalidad de la artista, que para entonces ya tenía veinte años fuera del país y que se nos presentaba con una apariencia performática indiscutiblemente relacionada con la obra, llamaron la atención del público y de las personas más ligadas al medio artístico, toda vez que se pudo apreciar en la sala una perceptible alteración de los cánones expositivos tradicionales.
A partir de ese momento hasta la actualidad, Labin ha mantenido una constante presencia en galerías, museos y salones de arte del país planteando diversas propuestas que en ocasiones también se han reproducido en distintos países, además de Alemania. Esta tarea progresiva ha requerido no sólo constancia, investigación y trabajo, sino que pareciera haberle revelado la necesidad de tender puentes e intermediaciones con las audiencias, de acercar su propuesta a los artistas, a la crítica, a los curadores, en fin, a todo tipo de público.
Sus viajes a Venezuela, específicamente a la selva y a Maracaibo, su ciudad natal, se reanudaron hacia 1985 luego de una prolongada permanencia en Alemania, y es justo en ese momento cuando comienza, ya en edad adulta, a conocer el país; desde esa época se planteó, quizás inconscientemente, lo que suele llamarse el regreso del inmigrante o la necesidad de interactuar con éste territorio, de acudir a ese reencuentro a partir del espejeo de sí misma con su ciudad, a partir de sus hábitos, de sus preferencias, de sus afectos.
El mismo año de su presentación en Caracas realiza también su primera individual en el Kabinett Fur Aktuelle Kunst, en Bremerhaven, Alemania. Ésta singular galería es un cubo blanco de pequeñas dimensiones con una disidente fachada de vidrio que permite apreciar desde afuera todo el espacio interior. El lugar se ofrecía inmejorable para construir una instalación, de tal manera que Labin compuso sus cajas mágicas, piezas de formatos heterogéneos sobre las tres paredes restantes del cubo; con ello, el recinto operaba como una vitrina a través de la cual se apreciaba el todo de la instalación. Ya en esas exposiciones de los tempranos noventa, se avizoraba esta voluntad de abordar diversas vertientes y temáticas al unísono que caracterizan hoy en día su obra. Esta condición se hace visible en las manifestaciones que la artista ha presentado en lugares de jerarquías disímiles y cuyo objetivo no es otro que alterar los preceptos expositivos que determinan las convenciones del lugar del arte, transgresiones que en la producción de la artista se desplazan para adoptar tendencias expresivas ajenas al ámbito del arte. Ejemplo de esta estrategia la advertimos en la exposición Mi Cuadro donde la artista trasmutó su pintura como un accesorio del vestir, o también en la serie fotográfica de Las Madonas en la que se traviste como virgen manipulando el concepto del atributo religioso como una semántica del vestir para codificar nacionalidades o fijar estereotipos de condición social. Estas expresiones independientes traducen su discurso creativo hacia la realización de proyectos autónomos que le permiten deslizarse con mucha libertad de un soporte a otro, de un tema a otro, pasando por técnicas y estilos diversos en un mismo tiempo cronológico, y manteniendo como constante la esencia de un lenguaje trastocado cargado de ironía. Una constante que denota un visible manejo de los volúmenes y que sin duda, en palabras de la propia artista, determinan su “deseo de hacer cuerpo, de salir de la pintura plana, de realizar que algo incite a tocar”.
Otro valor importante a destacar dentro de su trabajo es el uso del color como elemento protagónico en el cuerpo de la obra. El color estimula la percepción de las formas, alude a los estados de ánimo, a la condición espiritual. A través del color y sus tensiones Labin expresa las infinitas posibilidades compositivas, desordena constructos, estimula la imaginación, ofusca fantasías. El extenso repertorio con que Clemencia Labin ha trabajado su obra, le ha permitido alcanzar una relación específica e identificable dentro del panorama de la plástica local, haciendo reconocible su lenguaje en diferentes audiencias, lenguaje plural que aunque cargado de signos y códigos de la cultura popular venezolana, responde también a los basamentos de su etapa de formación en Alemania.
La condición plural como estrategia de producción artística, es propia de los artistas europeos que le salieron al paso al pop art norteamericano superponiendo temas y técnicas alternativas y creando un estilo híbrido que ponía en crisis los métodos de evaluar la obra de arte; además del conocido movimiento del nouveau realisme acuñado por Pierre Restany en Francia e Italia, fueron Gerhard Richter y Sigmar Polke en Alemania, los artistas que criticaron más irónicamente el pop art y el realismo socialista inventando el concepto de realismo capitalista. Es en este ambiente del post pop, del auge del arte conceptual y del neoexpresionismo alemán e italiano que Labin atiende la necesidad de frecuentar la Academia de Arte de Hamburgo entre 1984 y 1990. Luego tendrá el privilegio de estudiar con el artista Sigmar Polke, factor que marcó decisivamente su quehacer plástico. Ambas experiencias y especialmente la relación con Polke, le confieren las bases para la construcción de un lenguaje personal que se sustenta en la apreciación del entorno, un lenguaje que involucra la vida y la realidad, y que se expresa a través de la gramática de la versatilidad, de la trampa visual y de la ironía, un lenguaje cuyo alfabeto compositivo es el color, el volumen, la contraposición y la dislocación de los planos entre sí mismos. Con éstas herramientas básicas Labin da inicio a sus indagaciones sobre el hecho visual, y retorna constantemente a sus raíces marabinas con la necesidad ontológica de enriquecer ese bagaje; allí se topa con diversas estéticas externas a lo artístico, que inmediatamente comienzan a incluirse y metabolizarse en su trabajo actual.
Es así como del encuentro con Maracaibo nace en 2001 el proyecto Velada Santa Lucía. En su primera edición este evento creado por Labín se proponía combinar la puesta en escena de la acción Ave Purísima, realizada en la iglesia del popular barrio de la ciudad lacustre, con la apertura de una casa tradicional de su propiedad que luego funcionaría como casa-museo. La Velada Santa Lucía alcanza hoy el total de cinco ediciones anuales, y representa en la actualidad un lugar emblemático del cruce entre diferentes manifestaciones artísticas y sus relaciones con la comunidad. Santa Lucía se ha convertido en un punto de encuentro de canto a lo establecido, en una gran fiesta donde se celebra no sólo el arte sino la vida, una expresión que se nos presenta como un gran cuadro vivo: ese performance en donde no fue necesario para Clemencia ir en pos de sus orígenes, fueron ellos quienes sorpresivamente salieron a su encuentro.
Apertura, Viernes 27 de Febrero 2009 al 26 de Abril de 2009
A partir de ese momento hasta la actualidad, Labin ha mantenido una constante presencia en galerías, museos y salones de arte del país planteando diversas propuestas que en ocasiones también se han reproducido en distintos países, además de Alemania. Esta tarea progresiva ha requerido no sólo constancia, investigación y trabajo, sino que pareciera haberle revelado la necesidad de tender puentes e intermediaciones con las audiencias, de acercar su propuesta a los artistas, a la crítica, a los curadores, en fin, a todo tipo de público.
Sus viajes a Venezuela, específicamente a la selva y a Maracaibo, su ciudad natal, se reanudaron hacia 1985 luego de una prolongada permanencia en Alemania, y es justo en ese momento cuando comienza, ya en edad adulta, a conocer el país; desde esa época se planteó, quizás inconscientemente, lo que suele llamarse el regreso del inmigrante o la necesidad de interactuar con éste territorio, de acudir a ese reencuentro a partir del espejeo de sí misma con su ciudad, a partir de sus hábitos, de sus preferencias, de sus afectos.
El mismo año de su presentación en Caracas realiza también su primera individual en el Kabinett Fur Aktuelle Kunst, en Bremerhaven, Alemania. Ésta singular galería es un cubo blanco de pequeñas dimensiones con una disidente fachada de vidrio que permite apreciar desde afuera todo el espacio interior. El lugar se ofrecía inmejorable para construir una instalación, de tal manera que Labin compuso sus cajas mágicas, piezas de formatos heterogéneos sobre las tres paredes restantes del cubo; con ello, el recinto operaba como una vitrina a través de la cual se apreciaba el todo de la instalación. Ya en esas exposiciones de los tempranos noventa, se avizoraba esta voluntad de abordar diversas vertientes y temáticas al unísono que caracterizan hoy en día su obra. Esta condición se hace visible en las manifestaciones que la artista ha presentado en lugares de jerarquías disímiles y cuyo objetivo no es otro que alterar los preceptos expositivos que determinan las convenciones del lugar del arte, transgresiones que en la producción de la artista se desplazan para adoptar tendencias expresivas ajenas al ámbito del arte. Ejemplo de esta estrategia la advertimos en la exposición Mi Cuadro donde la artista trasmutó su pintura como un accesorio del vestir, o también en la serie fotográfica de Las Madonas en la que se traviste como virgen manipulando el concepto del atributo religioso como una semántica del vestir para codificar nacionalidades o fijar estereotipos de condición social. Estas expresiones independientes traducen su discurso creativo hacia la realización de proyectos autónomos que le permiten deslizarse con mucha libertad de un soporte a otro, de un tema a otro, pasando por técnicas y estilos diversos en un mismo tiempo cronológico, y manteniendo como constante la esencia de un lenguaje trastocado cargado de ironía. Una constante que denota un visible manejo de los volúmenes y que sin duda, en palabras de la propia artista, determinan su “deseo de hacer cuerpo, de salir de la pintura plana, de realizar que algo incite a tocar”.
Otro valor importante a destacar dentro de su trabajo es el uso del color como elemento protagónico en el cuerpo de la obra. El color estimula la percepción de las formas, alude a los estados de ánimo, a la condición espiritual. A través del color y sus tensiones Labin expresa las infinitas posibilidades compositivas, desordena constructos, estimula la imaginación, ofusca fantasías. El extenso repertorio con que Clemencia Labin ha trabajado su obra, le ha permitido alcanzar una relación específica e identificable dentro del panorama de la plástica local, haciendo reconocible su lenguaje en diferentes audiencias, lenguaje plural que aunque cargado de signos y códigos de la cultura popular venezolana, responde también a los basamentos de su etapa de formación en Alemania.
La condición plural como estrategia de producción artística, es propia de los artistas europeos que le salieron al paso al pop art norteamericano superponiendo temas y técnicas alternativas y creando un estilo híbrido que ponía en crisis los métodos de evaluar la obra de arte; además del conocido movimiento del nouveau realisme acuñado por Pierre Restany en Francia e Italia, fueron Gerhard Richter y Sigmar Polke en Alemania, los artistas que criticaron más irónicamente el pop art y el realismo socialista inventando el concepto de realismo capitalista. Es en este ambiente del post pop, del auge del arte conceptual y del neoexpresionismo alemán e italiano que Labin atiende la necesidad de frecuentar la Academia de Arte de Hamburgo entre 1984 y 1990. Luego tendrá el privilegio de estudiar con el artista Sigmar Polke, factor que marcó decisivamente su quehacer plástico. Ambas experiencias y especialmente la relación con Polke, le confieren las bases para la construcción de un lenguaje personal que se sustenta en la apreciación del entorno, un lenguaje que involucra la vida y la realidad, y que se expresa a través de la gramática de la versatilidad, de la trampa visual y de la ironía, un lenguaje cuyo alfabeto compositivo es el color, el volumen, la contraposición y la dislocación de los planos entre sí mismos. Con éstas herramientas básicas Labin da inicio a sus indagaciones sobre el hecho visual, y retorna constantemente a sus raíces marabinas con la necesidad ontológica de enriquecer ese bagaje; allí se topa con diversas estéticas externas a lo artístico, que inmediatamente comienzan a incluirse y metabolizarse en su trabajo actual.
Es así como del encuentro con Maracaibo nace en 2001 el proyecto Velada Santa Lucía. En su primera edición este evento creado por Labín se proponía combinar la puesta en escena de la acción Ave Purísima, realizada en la iglesia del popular barrio de la ciudad lacustre, con la apertura de una casa tradicional de su propiedad que luego funcionaría como casa-museo. La Velada Santa Lucía alcanza hoy el total de cinco ediciones anuales, y representa en la actualidad un lugar emblemático del cruce entre diferentes manifestaciones artísticas y sus relaciones con la comunidad. Santa Lucía se ha convertido en un punto de encuentro de canto a lo establecido, en una gran fiesta donde se celebra no sólo el arte sino la vida, una expresión que se nos presenta como un gran cuadro vivo: ese performance en donde no fue necesario para Clemencia ir en pos de sus orígenes, fueron ellos quienes sorpresivamente salieron a su encuentro.
Apertura, Viernes 27 de Febrero 2009 al 26 de Abril de 2009
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Museo Carmelo Fernández
El Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO.
Exposiciones MCF
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