Fotografías de Jesús Ochoa Chuao 1998-2002 Venezuela Introducción En Chuao, el cultivo del cacao forma parte de un rito femenino, las mujeres que siembran este fruto en la hacienda, han perpetuado una tradición milenaria desde la época en que sus antepasados, esclavos negros, sembraban y recolectaban uno de los mas finos cacaos del mundo, El Gran Cacao Chuao. Las mujeres de Chuao imprimen en la faena una pasión poco vista en otros cultivos. Esto se evidencia en el momento en que el fruto es separado del tronco y arrancado con una larga vara, manejada con maestría, hasta en el proceso de secado en el patio de la iglesia, allí donde las semillas se agrupan en círculos para que reciban el calor del sol que es el encargado de tostarlas. A esas mujeres trabajadoras de la tierra esta dedicado este trabajo como un homenaje a su belleza a su pasión y a su humildad. La recolección en la selva El primer contacto es con la selva, una selva nublada, tibia e inmensa a la que muy temprano acuden las mujeres en una especie de procesión aderezada con cánticos y cuentos. Avanzan por un camino formado por árboles milenarios que se han empeñado en permanecer allí para proteger un tesoro, ellos mismos son los compañeros de jornadas que además de filtrar luz y lloviznas, guardan los secretos de las atacadoras del cacao, esos árboles son los únicos testigos fieles de una historia que día tras día y generación tras generación se repite en esa misma selva. Del tronco a la mano, una larguísima vara que finaliza en una cuchilla actúa rápidamente para que el fruto se desprenda sin sufrir, es fuerza y exactitud a la vez, algo familiar pero nunca rutinario. Una vez en tierra las Chuaeñas, en una muestra de talento sin igual, propinan tres certeros golpes de machete para obtener la semilla blanca que se disfraza de pulpa y que en definitiva es la que encierra el secreto del mejor cacao del mundo. El secado en el patio de la iglesia En esta etapa, las mujeres ejecutan una danza perfecta que lleva y trae el fruto desde las cestas de recolección hasta el patio de la iglesia, segundo espacio ocupado por el cacao antes de su larga transformación, un espacio abierto y público que se divide en dos zonas. La primera de ellas, mucho más porosa recibe al fruto que recién llega de la mata para ponerlo a descansar a lo largo del espacio, en una disposición similar a un mar de cacao. La segunda ubica en círculos a las semillas, que ya han perdido gran parte de su humedad, para asemejarse a un lienzo con formas geométricas. En este ciclo lo que más impresiona es el grado de intuición que le imprimen las mujeres, sólo ellas saben cual es el momento preciso en el que el fruto debe permanecer en una u otra zona. Es así, como con el sol y la Iglesia de testigos, los rastrillos disponen de los montones de semillas que de acuerdo al antojo de las atentas cuidadoras sufrirán la más deliciosa de las metamorfosis. La fermentación en la hacienda Un recinto oscuro, húmedo y misterioso, así es la hacienda de cacao. Es allí, en un lugar con un bouquet que ha impregnado sus paredes desde la época Colonial en donde se atesoran las semillas cuando llegan de la tierra y mientras se secan en el patio. Es también en la hacienda, en donde se resguardan las herramientas de trabajo de las mujeres del cacao; es allí en donde se pintan los sacos de tela en los que viajará el fruto hasta el otro lado del mundo. La hacienda, es a veces oficina. Sin embargo el más grande de los tesoros que guarda este espacio es su máquina seleccionadora, seguramente la misma que usaron los esclavos de Catalina para separar el polvillo de los desperdicios del fruto. En la hacienda el trabajo aminora su carga ahora hay tiempo para tomar un descanso o entablar una conversación con la vecina, ya las mujeres del cacao sienten que la faena llega a su fin. Los Rostros del Cacao Los rostros del cacao son rostros de mujer, rostros que amanecen en la selva muy temprano y se tuestan bajo el sol del patio. Rostros protegidos bajo la sombra del plátano y el techo de la hacienda. Rostros que se enjuagan en el hilito de río transparente que recorre el pueblo. Los rostros del cacao son madres celosas, guardianes inmóviles o artistas perfectos que protagonizan una historia al lado de la tierra. Los rostros del Cacao son Edita, Sabina, Nicomedes o Charito. Es San Juan bailando al lado de banderas multicolores o cocinando el sancocho de domingo al lado del pozo de Caimito. En los rostros del cacao hay faena, danza y canto, el canto que recoge el fruto cuando solamente la selva es testigo. En los rostros de cacao hay destreza, hay pasado y generaciones. Pierina De Angelis
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2007
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