Nacido en Valencia, Estado Carabobo en el año 1910, falleció en San Felipe en el mes de Junio de 1982, ciudad a la que había llegado en el año 1961 en funciones de carácter político como militante de Acción Democrática, activismo que compartió siempre con la creatividad artística. Guarenas, de formación autodidacta, se integra al grupo con los pintores Leopoldo La Madriz, Trino Orozco y Joaquín Caicedo y ejerce junto con ellos una profunda influencia en la comunidad valenciana de la época, donde contribuyen firmemente a la fundación de la Escuela de Artes Plásticas, el Ateneo y el Salón Arturo Michelena, así como también, de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Cabello. Posteriormente se traslada a Nirgua, y junto a Leopoldo La Madriz contribuye a la creación de un núcleo de pintores paisajistas donde destacan Antonio Escobar y Rafael Montilla, quienes -todavía activos- mantienen la esencia y la vigencia de esta tendencia pictórica junto a nuevos creadores como José Luís Montoya. A partir de su llegada a San Felipe, contribuyen a la creación de una intensa actividad artística y formativa con la fundación de su Taller de Pintura y Publicidad. “La Guacamaya”, el cual abrió sus puertas para la formación de niños, jóvenes y adultos con vocación pictórica y a la conformación de una escuela paisajística en San Felipe. Luego crea la Casa del Artista. Fue un excelente colorista, conocedor de los efectos luminosos y con buen dominio en el uso de la espátula. Con estos recursos artísticos, además del paisaje abordó temas figurativos y de carácter social, ecológico, históricos, costumbristas y folclóricos. En una muestra múltiple y variada de su inmenso potencial como creador y maestro, que supo alternar la visión decorativa y comercial del hecho artístico -necesario por lo demás y muchas veces para la subsistencia del creador-, con la esencia pura del creador, enamorado de su obra y con la visión futurista de dejar huellas y ejemplo de trabajo y perseverancia; con la misión de contribuir a la formación de jóvenes artistas compenetrados con la naturaleza.
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El Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través del Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio (IAIME) desarrolla el III ENCUENTRO MUNDIAL DE ARTE CORPORAL, evento a realizarse a nivel nacional del 7 al 16/09/2007 y en el Museo Carmelo Fernández del 15 al 22/09/2007. Este encuentro permitirá entre otras cosas, confrontar las distintas formas de utilización del cuerpo como soporte de la experiencia estética, y el cuerpo como temática dentro de los procesos de creación humana. Ya sabemos que en la actualidad el arte trasciende los límites de la estética para incluir los oficios, las modas y gustos dedicados al cuerpo, posibilitando de esta manera un acercamiento a la diversidad cultural nunca antes experimentado. En el estado Yaracuy, este encuentro abordará particularmente la relación arte-cuerpo-gastronomía para lo cual se contará con la participación de la Escuela de Diseño Integral y el Centro de Investigaciones Gastronómicas de la UNEY; abordando aspectos relacionados con 4 alimentos básicos en nuestro Estado; maíz, plátano, caña de azúcar y cacao. Para participar en este III Encuentro Mundial de Arte Corporal será necesario la elaboración de hasta 2 propuestas, por artistas individuales o colectivos, agrupaciones e instituciones. La temática de las propuestas tendrá al cuerpo como tópico central, en las áreas de pintura corporal, performance, acciones de calle, diseño de modas y de accesorios, tatuajes, modificaciones corporales, estatuas vivientes, fotografías, video-arte y demás expresiones que involucren el cuerpo y sus posibilidades. Tradicionalmente, el cuerpo humano, nuestro cuerpo, y no el escenario, es nuestro verdadero sitio para la creación y nuestra verdadera materia prima. Es nuestro lienzo en blanco, nuestro instrumento musical, y libro abierto; nuestra carta de navegación y mapa biográfico. Es la vasija para nuestras identidades en perpetua transformación; el icono central del altar, por decirlo de alguna manera. En los casos en que dependemos demasiado de objetos, locaciones y situaciones, nuestro cuerpo sigue siendo la matriz de la pieza de arte. El año pasado se realizo en nuestro Estado, el II Encuentro de Arte Corporal, ocupando los espacios del Museo Carmelo Fernández, con una exitosa muestra de pintura corporal o body painting donde participaron los artistas Milagros Lugo y Felipe Guevara. Igualmente se contó con el Grupo de Capoeira. América Ramírez presento el performance Ojos Urbanos, en los espacios de la Plaza Teofilo Domínguez, en un esfuerzo por ocupar espacios extramuseos. Este año el Encuentro tendrá una duración mayor y una variedad de actividades que -abarcando diversidad de técnicas y aspecto estéticos- harán del evento una experiencia múltiple e integradora. El Estado Yaracuy será subsede de este evento, en los espacios del Museo “Carmelo Fernández” entre el sábado 15 y el sábado 22 de Septiembre próximo con una nutrida participación de artistas y agrupaciones dancísticas y teatrales, así como creadores en el área de la moda, accesorios, tatuajes y maquillaje corporal, además de la participación de los artistas visuales con propuestas estéticas con el cuerpo como elemento central. Es esta una excelente oportunidad para comprender que el arte forma parte de la vida de todos; en cada una de nuestras acciones está presente cuando esta acción es producto de la reflexión, de la experiencia, de la tradición y fundamentalmente, cuando es el resultado del deseo de expresar, de comunicar, de sentir. Categorías de Participación: Exposición de Artes Visuales, Performance, Vídeo Arte, Tatuajes, Pintura, Modificaciones Corporales, Danza Nacional y Contemporánea, Fotografías, Instalaciones y Gastronomía. ARTE CORPORAL EN YARACUY El III Encuentro Mundial de Arte Corporal abre sus puertas en el Estado Yaracuy el día sábado 15 de septiembre a partir de las 3 de la tarde, y extenderá su programación hasta el siguiente sábado 22, en los espacios del Museo Carmelo Fernández de esta ciudad. Una variedad de propuestas con artistas internacionales, nacionales y locales mostraran al publico yaracuyano la diversidad de acciones que puede generar el cuerpo humano como elemento sensible, cuerpo objeto-sujeto de representación, soporte para la expresión plástica y la moda, afecto a modificaciones, elemento de acción ritual, corporal, dancística, deportiva y cotidiana. Paralelo a ello se plantea una serie de acciones de carácter formativo y de interacción con los artistas plásticos y publico yaracuyano, como el recientemente realizado Taller sobre Pintura Corporal impartido por el diseñador y especialista David Aranguren, el encuentro e intercambio de experiencias que sostendrá el artista colombiano Jaime Enrique Barragán en relación a su propuesta performancistica; conjuntamente con un festival de video arte y de cine vinculado con experiencias corporales, estéticas y sensoriales. Una serie de interesantes propuestas de artistas y creadores yaracuyanos podrán ser vistas en el marco de este evento: una sesión de tatuaje corporal y piercing será desarrollada a la vista del público el día de la apertura, por el especialista William Espinosa de Body Art Tattoo, conjuntamente con experiencias de maquillaje facial desarrolladas por la maquilladora profesional María Gabriela Goncalvez. Las agrupaciones Yaracuy en Danza, Banda Show los Ángeles, Danzas Geyemil, Danzas Cocorote, Danzas Bruzual, Tambores de Taría y Danzas Milomba, mostraran expresiones coreográficas que retratan expresiones de la cultura local relacionadas con las tradiciones y la cultura agroalimentaria. Igualmente se ha querido vincular una parte importante del desarrollo corporal como son las artes marciales, la gimnasia y el físicoculturismo con la estética y las artes visuales; en un evento que contará con la participación de Karate Dojo Segovia, Gimnasio Atletics Gym y la Asociación de Gimnasia del Estado Yaracuy. Una experiencia novedosa en el estado cerrará el evento como lo será -estamos seguros- el desfile de modas “Para todo cuerpo y para todos los gustos”, en el cual se mostraran los diseños novedosos y vanguardistas de los integrantes de la agrupación Kaleidoscopio junto a la moda convencional y de uso cotidiano, formal e informal, de la diseñadora Daysi Flores de Clemence Boutique. La participación de Wildemar Oropeza, América Ramírez, Roseliano García, Felipe Guevara, Nelson Meléndez, Indira Guevara en acciones corporales y body painting, así como el trabajo fotográfico, pictórico y escultórico de Wiston Duran, Ramón Caracas, Wilkar Ríos, Francisco Villoria, entre otros, junto a creaciones artísticas visuales de carácter nacional, le darán al público yaracuyano la oportunidad de confrontar y disfrutar una experiencia cultural diversa e integradora.
La Palabra, La Imagen Grone Romepri, Picture A.J.P., forma parte del legado de cerca de 700 obras artísticas que -bajo condición de custodia- nos ha entregado para su resguardo el coleccionista y fotógrafo Mariano Díaz. Son 23 obras pictóricas en las cuales el artista recurre a la dualidad representativa que siempre ha caracterizado su trabajo: la representación plástica y la escritura, oficios creativos que ilustran el deseo de ser humano por trascender, por vislumbrar otros mundos reales y mundos ficticios dirigidos por el artista como en las escenas de las novelas. Así reflexiona, ilustra los cuentos y las historias cotidianas, el paisaje y su problemática, las historias con sus vaivenes y zancadillas; utilizando además el lenguaje escrito para acentuar el discurso plástico, hacerlo más comprensible y llenando su vacío gráfico y conceptual al cual no teme enfermarse. Adrián José Pérez, verdadero nombre de Grone Romepri nació en el Tocuyo, estado Lara, en el año 1940 y expone por primera vez en el año 1971 en la Galería “La Otra Banda”, en Mérida. Grone Romepri emplea a la pintura como un elemento reflexivo, como un espejo que refleja la realidad de la vida, trastocándola, poniéndola al revés, como una forma de conjurarla, de proteger su interior creativo. Grone Romepri es un polifacético creador: músico, poeta y pintor, profesor de tamunangue y entrenador de boxeo. Es además un excelente ilustrador de las realidades de su entorno vital. Habíamos varios Adrián José Pérez aquí en El Tocuyo, y los más conocidos éramos El Pingüino y yo que era el Negro Adrián, pero cuando dieron una película sobre la vida de Bolívar, al ver al Negro Primero, ahí en el cine cada vez que salía gritaban ¡Epa, Negro Adrián!, y así me bautizaron como Negro Primero, pero yo para hacerme un seudónimo como los artistas, entonces empecé a firmar mis cuadros como Grone Romepri, o sea, lo mismo pero al revés. Todo mi arte, el musical, el escrito y el pintado lo he hecho al vesre, o sea, al revés, para que no me rompan mi intimidad ni me roben mis creaciones de letras y músicas. Porque soy también músico, compositor, profesor de tamunangue y entrenador de boxeo. Me gusta trabajar con niños y protegerlos porque de niño yo fui perseguido y abandonado. Escribí mi vida cuando cumplí los cuarenta y se llama La Cuadresma de Grone Romepri. La acabo de traducir al derecho, porque estaba toda al revés. Yo nací aquí mismito; son tocuyano del año cuarenta y en la vida he hecho todo lo que sea sembrar, limpiar zapatos, vender mangos, cosechar tomates, vender o repartir en una bodega. Estudié inglés por correspondencia y de allí aprendí que todo cuadro es un picture, y por eso los firmo así. Yo empecé a dibujar en el suelo primero, en paredes después y de ahí pasé a cartones y a telas, siempre poniéndoles el nombre mío. Yo hablo con toda la gente pero me encierro en mi propio mundo. Mis reflexiones las escribo en mi pintura, porque una imagen se presta para que cada quien la interprete a su manera, y por esos equívocos se ha perdido mucho mundo. R.P.T
“La pintura puede ser para los iletrados lo mismo que la escritura para los que saben leer”. Gregorio el Grande Son varios los motivos que han impulsado la realización de la gran muestra antológica “Bárbaro Rivas. Imágenes y revelaciones”. En primer lugar, desde hace ya no poco tiempo, nuestra historia y crítica de arte reconoce en Bárbaro Rivas a uno de los grandes maestros de la figuración venezolana. Dentro de este vasto universo expresivo, el pintor tiene además el privilegio de ser el gran artista de la imaginería judeo-cristiana en Venezuela, de este siglo. Impregnado de la religiosidad de nuestro pueblo, Bárbaro Rivas es heredero de una tradición que fue iniciada por los artesanos de la Colonia, durante el siglo XVIII. Aletargada y prácticamente inexistente durante el siglo XIX, esta tradición renace en la casa y el barrio del pintor de Petare, diferenciándose éste de los artesanos del pasado en que aquéllos debían imitar modelos impuestos por la Iglesia y la Corona española, mientras que Bárbaro remonta más allá del dogma o el rito. Sin ataduras académicas ni imposiciones provenientes de poderes superiores, Bárbaro Rivas, como un cronista, plasmó en su obra la actividad y la topografía del Petare de las primeras décadas de este siglo, al que nunca dejó de pintar y al que convirtió en escenario de una historia sagrada, propia y original. En ella logra conjugar lo atemporal y mítico, la iconografía y los símbolos sagrados, con la cotidianidad y sus espacios familiares, con su regocijo, su ingenuidad y su drama íntimo; de esta manera y con asombrosa fuerza y conocimiento intuitivo del lenguaje plástico, fijó en cuadros su repertorio de imágenes: “abrir los ojos del alma y cerrar los del cuerpo” -como diría Plotino-. De ahí el aura de elegido, de visionario, de predestinado, en la que gravitan su vida y sus obras. En Bárbaro Rivas encontramos a uno de esos pintores en quien resulta casi imposible establecer el deslinde entre arte y vida, condición que se ha dado en muy pocos artistas: en un Armando Reverón o en un Vincent van Gogh. Sus obras traducen su vida, ella palpita en sus pinturas y difumina los límites entre la realidad y el sueño, entre lo imaginario y su representación, entre imagen y milagro. Si partimos de la categorización que divide las manifestaciones del arte en dos grandes vertientes, arte culto y arte ingenuo, Bárbaro Rivas sobresale como el representante más interesante de nuestra pintura ingenua. Sus posibilidades expresivas en cuanto a color y forma son ilimitadas. En el color encontramos una gran variedad de gamas y tonos dentro de una misma obra, Ferrocarril de La Guaira (1957); en otras ocasiones enfatiza tonalidades sobrias, austeras, donde privan los grises, Las tres casas (hacia 1966). En cuanto a sus composiciones podemos apreciar, igualmente, una ambivalencia: algunas muestran formas superpuestas, irregulares, abruptas, que expresan vértigo e inestabilidad, construidas con las arbitrarias y mágicas leyes de lo onírico, otras son el resultado de formas más tradicionales, depuradas. No sería del todo arbitrario asociar estas formas con la quebrada y laberíntica topografía petareña. En las obras de Bárbaro Rivas aparecen en su más alta expresión rasgos que Francisco Da Antonio, citando a Georg Schmidt, atribuye al arte ingenuo: “...se trata de individuos aislados, más esenciales que anecdóticos, más creativos que ancestrales, más primordiales”; como apunta el mismo Da Antonio, se trata de “expresar vivencias por medio de un vocabulario de imágenes realistas que contradice las leyes del naturalismo”. Con respecto a la figura y el rostro humanos, Bárbaro manifiesta una psicología intuitiva aguda y profunda, que se evidencia ampliamente en los autorretratos y en la representación de personajes sagrados y cotidianos, a través de sus gestos, posiciones y actitudes. Sus autorretratos son producto de una necesidad que tiene su génesis en lo plástico y va más allá de ello. En éstos el autor se ofrece como centro único y protagónico, en una imagen colmada de matices, de altibajos. Dos de ellos pueden ejemplificar los puntos opuestos de lo que podría ser representación de estados de ánimo o modos de relacionarse con el mundo exterior. En La casa del pintor (1958) Bárbaro se retrata a sí mismo en el alegre contexto de su casa de Petare, acompañado de las cosas y seres que le son cotidianos. En el Autorretrato (1964) se presenta, por el contrario, de manera frontal, cruda y descarnada; la monocromía trabajada en tonos de grises depura la obra de cualquier otro elemento, que pudiera interrumpir lo que el artista necesita expresar. Es ésta una obra fuerte, en la que cada trazo pareciera gritar un estado del alma; fue realizada en las postrimerías de su existencia y en la que sin duda nos sentimos conmovidos, tocados por una obra maestra. Nació Bárbaro Rivas un 4 de diciembre hace ya cien años, en una de las zonas semi-rurales, próximas a Caracas, conocida como Petare. Sus padres, siguiendo la tradición cristiana de nuestros pueblos, lo bautizaron con el nombre de Bárbaro, pues el niño llegó el día de Santa Bárbara. Para la época en que nació Bárbaro Rivas, Petare era una pequeña población ubicada en una colina; el río Guaire y los afluentes locales, así como la quebrada de La Urbina, aseguraban su riego. Sus habitantes gozaban de ciertas comodidades, un ferrocarril, un correo, colegios, periódicos y dos orquestas: una Banda Marcial y la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia. Las familias más adineradas eran comerciantes o propietarias de haciendas que se dedicaban al cultivo del café y la caña de azúcar. La infancia de Bárbaro y sus cuatro hermanos transcurre en este bucólico lugar al lado de su madre, quien podía brindarle una modesta vida. Corresponderá a misia Daniela, esposa del padre, rodearlo a Bárbaro de amor al tiempo que inculcará en el niño fuertes vínculos con el cristianismo. Por ella conocerá Bárbaro los contenidos y enseñanzas de las Sagradas Escrituras, fuente de inspiración -como hemos visto- de la mayoría de sus pinturas que, interpretadas de la manera más libre y espontánea, conforman hoy en día el registro más importante de nuestra imaginería religiosa. Cómo pudo incidir en la psicología de este artista una infancia sin la presencia y compañía de un padre, y la confusión de tener dos madres (una que lo trajo al mundo, con la cual vivirá hasta la muerte de ésta en 1923, y otra que le brinda amor y educación), es algo que, intuimos, pudo fragilizar su personalidad, pero no es nuestro propósito adentramos en este tipo de especulaciones, que por demás son propias de especialistas. Sólo diremos que muchas de las cosas que hará en su vida y que lo caracterizarán pueden tener explicación en estas circunstancias de su niñez. Al momento de morir su madre, Bárbaro se separa de sus hermanos, comienza a sentir de muy cerca la soledad y la tristeza y abandona la casa de Caruto en la cual vivió treinta años. El contacto con la naturaleza, la vida libre de correrías en los campos, entre las siembras de café y caña de azúcar, ha finalizado. Ahora debe enfrentarse a la cruda realidad. Solo en un caserón semi destruido, cerca del Calvario petareño, Bárbaro iniciará su oficio de pintor quizá como vía de escape, como recurso para llenar el vacío y la soledad en que se encuentra sumergido. Para sobrevivir, trabajará desde 1920 como banderero y peón en el Ferrocarril que cubría la ruta Petare-Valles del Tuy. En este momento el pintor emprende su labor de predicador: lo aprendido con misia Daniela se traduce en murales, luego en pequeñas pinturas que narran pasajes bíblicos, también encontramos paisajes y algunos retratos. A esta nueva y difícil etapa de su vida se suma el hecho de que aquella pequeña y festiva villa agrícola que fue Petare se va transformando en un lugar marginado; sus habitantes se ven obligados a abandonar sus casas, poco a poco serán otros los que llegarán a establecerse, quedando el casco o zona colonial rodeada de innumerables barrios, con gentes y costumbres muy disímiles al tipo de vida hasta entonces conocido. Es sorprendente constatar la manera como aumentó la población, de 4.045 habitantes en 1942, a 77.631 en 1961. Sería absurdo negar que todo este cambio influenció emocionalmente a nuestro artista. Quizás sólo Dios y él como transmisor de su palabra podían redimir, salvar a Petare, centro de su mundo, del castigo y de un destino infernal. Bárbaro se aferró a la pintura y por muchos años se aisló del mundo. Tenía miedo al daño, quizás miedo a amar, no lo sabemos. Este aislamiento ocasionó la pérdida del trabajo en el Ferrocarril, hecho que aceleró la crisis, la caída que se presentía venir y que hasta ese momento había logrado reprimir. El licor hizo estragos y por nueve meses nuestro maestro sucumbió en una pesadilla fantasmal, sólo Trina, su hermana, lo acompañó en estos momentos de angustia. Era el año 1937, Gómez había muerto y López Contreras quería inyectar nuevas energías al deprimido país. Esta crisis permitió a Bárbaro, probablemente sin saberlo, tomar con firmeza las riendas del rumbo trazado años atrás. Se inicia entonces una etapa muy fructífera en su producción pictórica. Obras como La fábrica de chocolates y Domingo de Ramos datan de esa época. Este período se prolongará hasta 1950, cuando una nueva crisis lo retraerá y Bárbaro de nuevo abandonará por tres años su comunicación con el mundo a través de la pintura. En 1953, superada la depresión, se produce un fenómeno muy particular, las obras empiezan a tener carácter retrospectivo, es decir Bárbaro reproduce en sus cuadros las escenas, los paisajes, los momentos más felices de su existencia, de esos años datan Placita de Petare en 1910, y Entrada de Petare (antigua). Para esta fecha Francisco Da Antonio inicia el envío de los cuadros del pintor al Salón Oficial y al Salón Planchart; así comienza a ser conocido por los coleccionistas. Sin pretenderlo, Bárbaro se convierte en un mito, en una leyenda. Nadie creía en la existencia del pintor; se decía que era una ficción, un invento. Es entonces cuando en 1956, a propósito de la primera muestra colectiva de arte ingenuo presentada en el país, inaugurada en el Bar Sorpresa de Petare, el artista aparece ante el público. Este año recibe el Premio Arístides Rojas en el XVII Salón Oficial por su cuadro Barrio Caruto en 1925 (1955), perteneciente a la colección de Francisco Da Antonio, quien organiza para el Museo de Bellas Artes la primera muestra individual del artista. Otras exposiciones realizadas serán objeto de comentarios muy halagadores, pero sin duda la Mención recibida en 1957 en la IV Bienal de Sao Paulo, con la obra Barrio Caruto en 1925, significó uno de los acontecimientos más relevantes de su trayectoria. En 1959 un triste hecho viene a perturbar la serenidad y alegría de Bárbaro: su casa, sus pertenencias y muchos de sus cuadros son consumidos en un voraz incendio. La rápida y no menos oportuna reacción del Concejo Municipal de Petare, al decidir la construcción de otra vivienda y la asignación de una pensión, impidieron una recaída en nuestro artista. En 1960 recibe nuevamente el Premio Arístides Rojas en la XXI edición del Salón Oficial, con uno de sus más hermosos y festivos paisajes, se trata del El Ferrocarril de La Guaira (1957), obra de carácter retrospectivo que rememora un grato paseo hecho a Maiquetía por los años veinte. Este mismo año se presenta en la Sociedad Maraury la exposición “Vida de Jesús en la pintura de Bárbaro Rivas”, y es incluido en la muestra evaluativa de pintura latinoamericana organizada por el Museo Guggenheim, Nueva York. Lamentablemente y a pesar de todos los esfuerzos de los amigos por brindarle amor y compañía, Bárbaro será víctima de un ser inescrupuloso que le roba sus cuadros y le ofrece licor; este hecho pone en peligro el futuro del artista, quien no logrará superar la crisis que se avecina. Sin embargo los que le quieren bien luchan por su bienestar; en 1962 figura en la muestra organizada por la Universidad de Duke en Durham, USA, bajo el título “Naives Painters of Latin America”; en 1963 obtiene el Premio “Federico Brandt” en el XXIV Salón Oficial por su cuadro El arresto de Escalona, y en 1964 la Sociedad Maraury abre la exposición “El maravilloso mundo parroquial de Bárbaro Rivas”. Pero ya el artista se encuentra en una situación deplorable y los inescrupulosos “marchands” saquean su casa, llevándose los cuadros para venderlos y obtener los beneficios económicos. Esta alarmante situación motivó a Juan Calzadilla y a Nelly Baptista a organizar, en 1966 en la Galería 22, la que sería la última exposición en vida del pintor. El dinero de las ventas serviría para someter a nuestro pintor a un tratamiento de desintoxicación etílica y al rescate de su persona. Pero los múltiples trámites administrativos no permitieron que el dinero se recibiese a tiempo, Bárbaro fue ingresado en febrero de 1967 al Hospital Pérez de León de Petare donde murió el 12 de marzo. Su vida fue un constante sufrir, pero también tuvo momentos de goce; de su tránsito por este mundo se conserva hoy este hermoso repertorio de imágenes, el cual estamos en la obligación de preservar, pues el quiso dejarnos este legado como profunda muestra de su fe religiosa y de su amor al prójimo. El pintor y su obra constituyen un grandioso testimonio para el espíritu humano. Murió después de haber llevado una vida de penurias y carencias, de religiosidad y sacrificio, pero también murió querido y admirado, sentimientos que lejos de disminuir se han acrecentado con el paso del tiempo, por lo que hoy se reconoce su influencia en artistas ingenuos y “cultos”. Bárbaro Rivas y Armando Reverón son considerados como los grandes visionarios y padres de la Modernidad en Venezuela.
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2007
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