Primera estación El bestiario es una forma constante de organización que a lo largo de los tiempos se ha servido para unificar en un solo compendio aquellos rasgos sobrantes y divergentes que se desplazan en los territorios de lo incomprensible, formas ajenas a la razón que surgen al alimón del orden legítimo; animales que se zafan de los esquemas y brotan de pronto, distintos a las máculas bien organizadas del consenso general. En su periplo infinito, el bestiario, entre otras muchas funciones, ha catalogado deformidades quiméricas en la literatura medieval, ha desafiado los bordes de la imaginación en la obra de creadores como J.L Borges y Margarita Guerrero, y se ha tomado también el tiempo para descender sobre los linderos del alma humana en la narrativa breve del escritor Julio Cortázar. Para el grupo de artistas que forman parte de esta exhibición, el bestiario fue una categoría incipiente con la que ellos mismos decidieron agruparse. Sabiéndose comunes y no, distintos y aparejados, reunidos y difusos, su núcleo de acción partió del engranaje de sus muchas distancias y de sus más esenciales cercanías. Diferentes pero en batalla, se sumergieron en el ejercicio complejo del intentar decir, y muy especialmente en acompañarse durante ese lapso de investigaciones que estuvo conformado por un transitar constante, pleno de certezas pero también de incertidumbres. En este punto del camino y como una singularidad resonante de sus intenciones originales, las propuestas de cada uno fueron dibujando ese valle tupido donde ahora se desplazan; geografías mutables de un territorio sonoro, de una geodesia plena en visiones fantásticas y en contextos hiperreales. En este bestiario yaracuyano, hay una cartografía vibrante donde la posibilidad de la transfiguración está siempre abierta tanto para reflejar el sí mismo como para hacernos reflexionar sobre el caos que acontece a nuestro alrededor. Sus apuestas caminan en una colapsada arteria vial de doble sentido, ruta escabrosa por donde circula el gesto rápido de una cámara atrapada en los desafueros monótonos del día a día junto a la identidad sumergida en los tejidos orgánicos de otras latitudes; sin olvidar las materias pictóricas que se preñan de sentido crítico o las matrices capaces de enlazar lo urbano con lo rural, lo recóndito con lo vivaz, lo manifiesto con lo oculto. Ejercicios visuales de un bestiario demandante que en un abrir y cerrar de ojos, nos ofrece una ilación sorpresiva entre las zonas aprobadas por la mayoría y los destellos anómalos de lo irreconocible. Lorena González
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A propósito de esta muestra, que el Museo “Carmelo Fernández” presenta actualmente en su espacio de la Sala 01, el autor expresa que “… a través de mis trabajos tridimensionales invito al espectador a percibir sensaciones: de dolor, pesadez, simplicidad, complejidad, tristeza, alegría, vacíos, solidez, movimiento, inamovilidad, calma, dinámica…, es decir, diversas emociones a través de elementos tan sencillos como la línea, la forma y el volumen. Con la consecuencia directa que la acción de la luz y la sombra generan sobre este ultimo elemento; produciendo a su vez diferentes efectos en la estructuración de las composiciones, bien sea para estilizarlas o para hacerlas mas complejas…”. Agrega el artista que “…la temática va dirigida esencialmente a la figura humana, a lo antropomórfico; expresión genérica cuyos rasgos también se transmiten o se pueden visualizar en las formas abstractas, que nos remiten a elementos creados, no existentes. Como una expresión de la creación producida por las ideas en conflicto y por los sentimientos; llevados luego a la materialización a través de las formas escultóricas y a partir del estudio y el análisis de los materiales y su vinculación con la técnica. Todo ello como paso previo para concretar las ideas como consecuencia del pensar y experimentar a lo largo de mi vida…”. Roberto James nacido en San Felipe en el año 1961, egresó de la Escuela de Artes Plásticas “Carmelo Fernández” en el año 1981. Con una fructífera carrera como artista y como docente en la misma escuela donde se formó; desarrolló una extraordinaria habilidad para el dibujo y para el uso y la aplicación del color, lo que devino en una producción pictórica emparentada con un surrealismo sencillo, amable, natural, sin las estridencias, ni el desparpajo, sin la irreverencia propia de los artista jóvenes; pero lleno de un simbolismo que refleja su permanente preocupación por la naturaleza, el ambiente y el hombre como elemento dual que se premia y se flagela a un mismo tiempo. Ahora, esa pasión por el volumen ya entre vista en sus pinturas, la vuelca en una producción escultórica de pequeño y medio formato, donde busca sus formas a partir de lo concreto y de lo abstracto a un mismo tiempo; experimentando con materiales diversos, con texturas variadas que generan conexiones infinitas, con tintes y opacidades; fiel reflejo de una preocupación permanente por el equilibrio, no solo de las formas sino también de los acabados. Todo ello como una alusión posible al equilibrio del ser humano en su tránsito por un mundo cada vez más amenazado, cada vez más atacado. RPT/06/2013
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Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2013
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