Antonio Montes de Oca (Carora, Lara 1968), presenta ahora un trabajo pictórico producto de los últimos cinco años de investigación, reflexión y análisis sobre toda su producción de años anteriores. Grandes y medianos formatos, ambiciosos e inmensos espacios, sirven de marco a un imaginario frecuentemente recorrido por innumerables creadores en diferentes épocas. Imaginario altamente atractivo pero inquietante, por el doble discurso que plantea: anecdótico y emotivo. Discurso que -en este caso-, no es el motivo particular del interés del artista; es solo el pretexto para crear una metáfora ambivalente que le permita dar rienda suelta a sus visiones: acróbatas y contorsionistas sumergidos entre burbujas de colores, caballistas y equilibristas en posturas rítmicas, sinuosas e inquietantes; payasos y marionetas, así como rostros marcados por el color y que sin embargo siguen siendo expresivos. Todo el conjunto de obras es una experiencia ricamente cromática; que se fundamente y superpone a un dibujo lineal, esquemático y necesario; el cual define atmósferas, expresiones y emociones. Los oscuros trazos, repetidos a la manera de grafismos, conforman una trama superpuesta al color de base, el cual resulta así modificado y alterado en tonalidades variadas que lo enriquecen y lo transforman. Mientras que las manchas de este mismo color, en variedades tonales cuidadosamente colocadas, definen y valorizan atmósferas de luces y sombras. Toda esta experiencia pictórica, supone un trabajo de planificación de la estructura cromática, la que permita una adecuada percepción de la intención del artista. A pesar de que la huella y la mecánica del trabajo, suponen una acción dinámica pero controlada sobre la superficie del soporte, este elemento mantiene su protagonismo. Por cuanto a veces recibe una ligera cubierta de papel cuidadosamente recortada, lo cual genera así una trama lineal sugerente que enriquece y texturiza de manera formal la superficie pictórica; produciendo así espacios superpuestos y estructuras virtuales. En las últimas obras de esta serie, caracterizadas por la conjunción de personajes en posturas diversas, conformando masas; el color blanco colocado en pinceladas largas, cortas e interceptadas para articular retículas, crea una intensa atmósfera luminosa que define y realza la acción de los personajes centrales. Retículas que se convierten en haces luminosos, al permitir la fuga de puntos de color desde el fondo de la obra. La variedad de enfoques y perspectivas, dinamizan la obra creando atmósferas rítmicas. Planos inexistentes marcan los espacios y la ubicación de las figuras; las que no se funden con el fondo como estructuras sólidas, sino que bailan y flotan al ritmo de los pensamientos. Es esta una selección de obras que marca una sustancial diferencia con producciones anteriores (bodegones, flores y escenas interiores), donde la geometría de los espacios y la rigurosidad cromática, a la manera de inmensos vitrales, definieron una época inquietante que buscaba la ruptura estética y la liberación formal que ahora disfrutamos. Rafael Principal Torres / Agosto 2013
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Museo Carmelo FernándezEl Museo “Carmelo Fernández”, es una institución museística de carácter multidisciplinario, orientada a la investigación, recolección, fomento y difusión de las artes plásticas regionales, dentro del contexto de ARTE VENEZOLANO. Exposiciones MCF
Diciembre 2013
Categorías
Todo
|